TSUNAMI BROTHERS

Al fenómeno natural, o al menos cíclico, de la burbuja financiera internacional, hay que sumarle el costo adicional del desatino, imprevisibilidad, desidia y mala praxis evidente, de una gestión que además se vanagloria de su indolencia absoluta. Un verdadero aquelarre se ha instalado de la Argentina. Tan solo la referencia de los consejos públicos de un intrépido Cavallo que posa de sabio y estadista, pintan en todo su esplendor el estallido de todas las barreras orgánicas y de funcionamiento de un estado desaparecido y un gobierno alucinante. Esta manifiesta impericia y desgobierno ¿es producto de una conducta desquiciada, meramente? Nos arriesgamos a decir que al matrimonio Kirchner jamás le preocupó el gobernar, la cosa pública o el bien común. Lo de ellos, y ahora quizás se perciba más nítidamente, es tan solo un estilo, una forma y método de asalto al poder. ¿Para que? Principalmente su agenda parece que está saturada de negocios y negociados. No se le conoce una sola obra que no haya sido diseñada tan solo, para un rédito en su perpetuación. Cualquier obra u operación, para ser más precisos, siempre estuvieron alejadas de las políticas de estado. Operaciones de ajuste, de obra pública, cultural, religiosa, educativa, impositiva, laboral, de comercio exterior, de relaciones internacionales, etc. están signadas por ese formato. Lo terrible es que el empeño sistemático puesto en cubrir todo con un discurso diametralmente opuesto a los sucesos físicos, todavía aferra a cientos de miles de argentinos con una expectativa excesivamente puesta en las palabras. Toda nueva situación política es siempre, en esta lógica kirchnerista, ocasión propicia para aturdir el desaguisado o escándalo inmediato anterior. Ahora viene de solidaridad revolucionaria con Bolivia. Por la democracia y los derechos humanos, vio?