La franja social que más ha crecido en la Argentina de los últimos treinta años, es la de la última pobreza y en una escala proporcional, las otras también, hasta llegar hacia arriba en su techo: el mentado, estadísticamente, "por debajo de la línea". Siempre dentro de la pobreza y de las necesidades básicas insatisfechas. Hace unos días, desde el gobierno nacional, se reconocía públicamente que sigue pendiente la redistribución de la riqueza. Del otro lado, el lado "bueno", la endeble situación de multitudes, producto de la precarización laboral, los hace estar amontonados en el límite tan temido. Periódicamente y de a miles, lo traspasan. Muchos llegan para quedarse y pocos emergen nuevamente. Poquísimos, con suerte, vuelven a conseguir algún trabajo en negro y lo suman a otras miserias que le permiten asomar el morro. Otros emergen y modifican su status socio-económico, por vía del delito y la droga como el mayor de ellos. La marginalidad de todo tipo como salida laboral, es el mensaje cotidiano de este sistema de décadas, agudizado notoriamente en el último lustro. De este ejército de miserables, se suele nutrir cierta movilización política sin ningún tipo de sustancia. Las estadísticas interesadas cada vez que pueden y lo necesitan, simplemente apretando una tecla, hacen desaparecer cientos de miles de incómodos datos para que el índice de pobreza u ocupación mejore su promedio.HANNAH ARENDT
En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".
lunes, 11 de agosto de 2008
EL HONDO BAJOFONDO
La franja social que más ha crecido en la Argentina de los últimos treinta años, es la de la última pobreza y en una escala proporcional, las otras también, hasta llegar hacia arriba en su techo: el mentado, estadísticamente, "por debajo de la línea". Siempre dentro de la pobreza y de las necesidades básicas insatisfechas. Hace unos días, desde el gobierno nacional, se reconocía públicamente que sigue pendiente la redistribución de la riqueza. Del otro lado, el lado "bueno", la endeble situación de multitudes, producto de la precarización laboral, los hace estar amontonados en el límite tan temido. Periódicamente y de a miles, lo traspasan. Muchos llegan para quedarse y pocos emergen nuevamente. Poquísimos, con suerte, vuelven a conseguir algún trabajo en negro y lo suman a otras miserias que le permiten asomar el morro. Otros emergen y modifican su status socio-económico, por vía del delito y la droga como el mayor de ellos. La marginalidad de todo tipo como salida laboral, es el mensaje cotidiano de este sistema de décadas, agudizado notoriamente en el último lustro. De este ejército de miserables, se suele nutrir cierta movilización política sin ningún tipo de sustancia. Las estadísticas interesadas cada vez que pueden y lo necesitan, simplemente apretando una tecla, hacen desaparecer cientos de miles de incómodos datos para que el índice de pobreza u ocupación mejore su promedio.
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