HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

sábado, 5 de julio de 2008

ESTIMADOS, SIEMPRE VIENE BIEN RECORDAR

CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 5 julio 2008 (ZENIT.org).-


Publicamos un pequeño extracto, muy útil para estos momentos de la política nacional, de la relación que pronunció el profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Santiago de Chile, Pedro Morandé Court, en el seminario internacional "La política, forma exigente de caridad", convocado en Roma por el Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz.




" Parece indispensable ampliar la visión sobre la política más allá de los límites estrechos que usualmente le ponen los partidos políticos y los procesos electorales. Desde la doctrina social de la Iglesia podemos entender la política como toda la actividad humana que procura reconocer y realizar el bien común de la sociedad, de construir un orden justo, de dar un testimonio de esperanza. Ningún ámbito de la vida social se sustrae a esta dimensión política, sino que ella los cruza todos transversalmente: la familia, la cultura, la educación, la ciencia, los medios de comunicación y ciertamente también, los ámbitos específicos del gobierno, de la legislación y de la judicatura. Desde la dignidad de cada persona humana, la actividad política hay que entenderla en su proyección moral y cultural antes que en su dimensión tecnológica. Cuando la tecnología deja de tener raíces profundas en la cultura, se transforma en una tecnocracia ciega a las necesidades humanas. Por ello, el Papa Benedicto XVI nos advierte que "El recto estado de las cosas humanas, el bienestar moral del mundo, nunca puede garantizarse solamente a través de estructuras, por muy válidas que éstas sean. Dichas estructuras no sólo son importantes, sino necesarias; sin embargo, no pueden ni deben dejar al margen la libertad del hombre. Incluso las mejores estructuras funcionan únicamente cuando en una comunidad existen unas convicciones vivas capaces de motivar a los hombres para una adhesión libre al ordenamiento comunitario. La libertad necesita una convicción; una convicción no existe por sí misma, sino que ha de ser conquistada comunitariamente siempre de nuevo". Y agrega: "Quien promete el mundo mejor que duraría irrevocablemente para siempre, hace una falsa promesa, pues ignora la libertad humana. La libertad debe ser conquistada para el bien una y otra vez"

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