HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

viernes, 20 de abril de 2018

LULA: LA CAÍDA DE UN MITO POPULISTA.

 El capo di tutti capi

        Por Jorge Friedl Zapata/Tribuna de Periodistas.- Brasil, desde hace muchos años, es un país adicto a sus telenovelas, y ha logrado conquistar en el mundo con sus producciones un importante lugar. Telenovelas como “Avenida Brasil”, “Rastros de mentiras”, “Las reglas del juego”, “Isandra la esclava”, “Verdades secretas”, se pueden ver tanto en Armenia, como en Rusia, España, Italia, EE UU y obviamente en toda América Latina. Actualmente asistimos a otra espectacular telenovela, la caída de Lula, el mito populista por excelencia de Brasil, que ha sido un golpe bien duro no sólo para la izquierda brasileña y la latinoamericana sino también para la izquierda caviar norteamericana y europea que insiste en verlo todavía como el tradicional “bon sauvage, bon révolutionnaire”. La Justicia brasileña demostró que Lula era el capo di tutti capi de la corrupción y de lavado de dinero, no sólo en su país sino que extendía sus tentáculos a todo el continente. Y no olvidemos que aún tiene seis otros procesos pendientes por delitos de corrupción y lavado de dinero. Las trasmisiones directas de su proceso, los altibajos del mismo y su encarcelamiento han sido de tal dramatismo para el pueblo brasileño, que las grandes cadenas de TV han tenido que interrumpir en varias ocasiones las populares telenovelas del prime time para transmitir en vivo y directo los avatares del proceso, condena y prisión. Esta telenovela, que actualmente se presenta ante nuestros ojos, significa sin lugar a duda el rotundo triunfo de la democracia y la justicia en un país que hasta hace muy poco contaba con un endémico poder judicial corrupto. Es un magnífico ejemplo para el virus, también casi endémico, que asola a la mayoría de los países latinoamericanos. La caída de un mito populista, como lo es Lula, tiene todos los ingredientes para tener un gran éxito durante mucho tiempo porque el final de la historia está aún abierto.
Está el personaje central, el jefe de la mafia, que pretende victimizarse, llora, y junto a la camarilla de ladrones de su partido, el PT (Partido de los Trabajadores o deberíamos llamarlo el Partido de los Tránsfugas), intenta aún hoy en día mantener poder político. Vemos escenas dramáticas de alto contenido político. Por ejemplo antes de entregarse a la policía celebró en la sede del Sindicato Metalúrgico, su segundo hogar, una misa ecuménica por la muerte, un año atrás, de su esposa, y aprovechó la oportunidad para dar un discurso ante sus fanatizados seguidores utilizando manidas frases populistas que creíamos superadas en el continente, como “la muerte de un luchador no parará una revolución” o afirmar desfachatadamente “el voto de la Suprema Corte de Justicia que me lleva a la cárcel, ha sido una derrota para la democracia”. Luego tenemos al archienemigo de Lula, al famoso, incorruptible y valiente fiscal federal Sergio Moro que junto a su equipo constituido por nueve jóvenes fiscales, y aplicando la novedosa figura de la delación premiada, ha podido poner en jaque a la endémica corrupción del país metiendo finalmente detrás de las rejas al primer presidente del Brasil. A mí, personalmente, este puñado de fiscales y jueces en torno al juez federal Moro de la ciudad de Curitiba, me hace recordar a los 7 Samurais del film japonés de Akiro Kurasava, Samurais que en el siglo 16, con su valentía y ética supieron luchar por su pueblo, asolado por una banda de malhechores, resaltando los valores del honor y la justicia. En el culebrón desfilarán además poderosos empresarios, pertenecientes a la mafia de Lula, delatores, altos políticos y tantos otros siniestros personajes que harán que no decaiga la tensión, aportando siempre nuevas sorpresas y escándalos que mantendrán al telespectador en vilo, sin saber el desenlace final. 


 Los Samurais de la Justicia brasileña están ahora detrás del actual presidente Temer, y no se descarta que caiga antes de las elecciones de octubre. Además están bajo la lupa judicial el 30% de los parlamentarios, muchos de ellos con expedientes ya abiertos, o sea que ¡habrá asegurada telenovela dramática para mucho rato! La exitosa serie gringa House of Cards, comparada, parece un cuento infantil. Con la caída de Lula se nos presenta un nuevo escenario político muy promisorio para el país y para todo el continente. Su condena lo deja prácticamente fuera de las próximas elecciones presidenciales del 7 de octubre, por más que la pléyade de sus abogados insista una y otra vez en buscar la forma de que pueda presentarse. Brasil atraviesa hoy en día una fase histórica de su vida política, con grandes riesgos de una explosión social en un pais enormemente dividido. Hace pocos días, Gleisi Hoffmann, la actual presidenta del Partido de los Trabajadores de Lula, en una arenga a sus simpatizantes, puntualizó “si mantienen a Lula preso tienen que poner en la cárcel a muchos otros, y tendrán que matar a mucha gente”. Brasil hora cero. Actualmente no hay certezas de nada y las sorpresas políticas y giros de último momento están a la vuelta de la esquina. A esto se suma el caótico y corrupto y nada trasparente parlamento que funciona con 25 fracciones diferentes y que permite a sus miembros el cambiar constantemente. En el año 2016, 90 parlamentarios cambiaron de fracción y una docena cambiaron por lo menos 6 veces de partido, en muchas ocasiones motivados por grandes sumas de dinero. Y para hacer aún más grande la confusión al ciudadano común, encontramos que los partidos políticos no reflejan para nada en sus nombres, sus verdaderos lineamientos políticos. Aquellos que se llaman progresistas son los más reaccionarios, los social-demócratas defienden posiciones ultra conservadoras. 

El famoso jugador brasileño Romario, senador por parte del Partido Socialista, al ser preguntado por lo que entiende por socialismo, respondió espontáneamente “organizar una parrillada con amigos.” Toda esta profunda crisis política más la rampante corrupción existente generó en la población un sentimiento de descreimiento en todo y en todos, encontrándose en la búsqueda de algo “nuevo”, que nadie sabe bien lo que es. Esto hace que la actual situación sea muy peligrosa para la democracia. Es como si el diablo hubiera preparado para el Brasil un cocktail mortal. El espectro político del centro se encuentra prácticamente vacío con candidatos que no suman más del 3, 5, 7% de los votos, mientras que el líder de la derecha, Jair Bolsonaro, producto de la terrible polarización que vive el país, está llenando más y más este vacío electoral. Bosonaro, un ex militar, que ha hecho apología de la dictadura en su país, encarna un sentimiento populista de derecha, con una agenda anti-sistema caudillista, pero que en estos momentos turbulentos tiene una ventaja, no es corrupto y es ya hoy, con el 22 % de los votos a su favor, el que sigue en popularidad a Lula. Muchos analistas sin embargo no creen que al final pueda mantener su popularidad y que surja un candidato del centro para la presidencia. Ojalá sea así. La Cumbre de las Américas, realizada hace pocos días en Lima, y dedicada al candente tema de la corrupción en el continente y justamente titulada “La gobernabilidad democrática frente a la corrupción “, fue todo un éxito. Desenmascaró y arrinconó a los regímenes partidarios del socialismo del siglo 21. Este novedoso hecho fue sin duda un eco de la caída de Lula, quien fuera uno de los miembros más activo de este grupo totalitario. 

No se atrevieron a participar en el evento ni Raúl Castro, ni Maduro ni Ortega, y Evo Morales quedó solo con sus diatribas, ya sin fundamento alguno. Al evidente giro democrático de la región de este evento se sumaron 15 países más los EE.UU, firmando un comunicado, en el cual también mencionaban el no reconocimiento de las próximas elecciones en Venezuela, por ser fraudulentas. El problema que genera la corrupción, lo vemos claramente en el caso del Brasil, va más allá de lo moral, excede un problema de orden ético, judicial, es un problema que crea una peligrosa inestabilidad política. Tal vez el despertar de un poder judicial independiente, honesto, consiga el milagro de realizar una verdadera revolución institucional, comenzando por su cúpula. Es lo que ocurre hoy en el Brasil con el juez federal Moro. Esperemos que el ejemplo se extienda por todo el continente; los vientos están a favor, porque el daño que causa la corrupción va mucho más allá de lo que se roban sus elites mafiosas, mostrándonos que a largo plazo la convivencia del populismo con la democracia es imposible, generando corrupción y autoritarismo, y no olvidemos ahora, más que nunca, la gran frase de nuestro Simón Bolívar, “la justicia es la reina de las virtudes republicanas y con ella se sostiene la igualdad y la libertad”.

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