Por Guillermo Cherashny/El Informador Público.- Tanto el caso Clarín como la justicia neoyorquina se le están complicando al gobierno.
El viernes pasado, el gobierno pudo iniciar un efímero show gracias al fallo del juez Horacio Alfonso declarando la constitucionalidad de los artículos 45 y 161 de la ley de medios. Así fue que ayer Martín Sabbatella protagonizó el grotesco espectáculo de concurrir a notificar al Grupo Clarín de que el Estado nacional iniciaba la transferencia de oficio de las licencias en infracción, sobre la base de un fallo de primera instancia que no está firme y que fue apelado. Un absurdo jurídico que evidencia la desesperación oficial por mostrar un gobierno victorioso, aunque más de no sea por 72 horas, hasta que la Cámara Civil y Comercial otorgue seguramente la apelación con efectos suspensivos.
Luego de que esto ocurra, la Sala I de la Cámara se avocará a estudiar un expediente que cuenta, por ejemplo, con unas 3.000 páginas de pericias. Sería prudente estimar que, en estas condiciones, es difícil hablar de una sentencia antes de fines de marzo.
Poco para festejar
El sábado, el gobierno festejó otra victoria como es la decisión del Tribunal del Mar de requerirle al gobierno de Ghana la inmediata liberación de la Fragata Libertad, embargada a pedido del fondo NML. La presidente anunció que estará presente cuando el barco arribe al puerto de Buenos Aires, haciendo de cuenta que el embargo ocurrió durante la presidencia de Carlos Menem, Fernando de la Rúa o Eduardo Duhalde, y no en su propio gobierno. Y además, por decir que nunca pensaba pagarles a los fondos buitres, situación a resolver que pasó al próximo 27 de febrero, cuando tenga lugar en Nueva York la audiencia para presentar propuestas de pago a los holdouts. La actitud oportunista de la presidente con la fragata es la misma que con el caso Marita Verón, escándalo jurídico producido por una justicia provincial digitada por el más ultracristinista de los gobernadores, José Alperovich.
Volviendo a la deuda, algunos analistas sostienen que el juez Thomas Griesa se excedió al intentar embargar el pago del Cupón PBI correspondiente al crecimiento del año 2011. En el 2013 no se pagará, ya que este año la economía está estancada, aunque para el INDEC marque el 2%. Ya la Corte de Apelaciones de Nueva York había decidido que la Argentina pague el 100% a los fondos buitres, pero sin embargar los pagos del Cupón. Pero después del 27 de febrero, si el gobierno no flexibiliza su postura, el tribunal probablemente será más severo. Es verdad que los bonistas que aceptaron y tienen el Cupón PBI ya cobraron el 60% de sus acreencias y no el 33%, como proclama el gobierno. Y de aquí hasta el 2034, que es la vigencia el Cupón, cobrarán casi todo. Si la cámara neoyorquina aplica el pari passu, la Argentina no tendrá que pagarles ahora todo a los fondos buitres sino una suma anual de 2 a 3.000 millones de dólares (estamos hablando de reclamo por 11.000 millones de dólares sólo en los Estados Unidos y una cifra aproximada a la mitad en Europa). Estos pagos anuales no serían fatales para la economía local pero sí una gravosa carga para el gobierno, que se escandalizaría ante un fallo de estas características. En cambio, si se cambiara el plan económico y además de cumplir con el fallo se acordara con los fondos acreedores europeos y con el Club de París y el CIADI, la Argentina se podría financiar en los mercados internacionales al 4%. Pero para este gobierno ideologizado esta posibilidad no existe. Un nuevo fallo adverso en Nueva York, junto con una cosecha achicada por las inundaciones y además el lento crecimiento de Brasil, serán un problema serio para el año electoral. De ahí que no sea alocado el pacto social que impulsa Guillermo Moreno con un aumento de sueldos menor a la inflación, que este año se disparó al 27% según el índice del Congreso. El problema es que si se sigue con el desborde fiscal y monetario, una caída del salario real no es viable económicamente y menos políticamente, debido a la presión de Hugo Moyano, Pablo Micheli y Luis Barrionuevo. La marcha de mañana será un nuevo medidor de esta presión.
