Por César Augusto Lerena/El Informador.- Dejando de lado por un momento, que la intervención ha sido dictada por una jueza, a la que no
puede endilgarse ingenuidad o inexperiencia, debemos recordar que estamos hablando de política.
Después, puede gustarnos más o menos que el interventor sea Luis Barrionuevo, a quién nadie puede
cuestionarle su condición de peronista. Ahora bien, ¿a quién podía elegir la Dra. Servini para la
intervención? A un administrativista o experto en derecho constitucional o, a quién tiene el aparato
suficiente para soportar el apriete y, el acabado conocimiento de quién es o no peronista. En especial,
porque se aduce, aunque no sean los argumentos jurídicos que priman, que el Partido estaba ocupado
por personajes, que habiendo incluso confrontado con el peronismo (Frente para la Victoria, luego
Unidad Ciudadana), no podían promover la unidad, que se entiende como un paso fundamental para
conseguir la victoria electoral en 2019. Es decir, si los que están al frente del Partido, no efectúan los actos
necesarios para conducir el peronismo al poder, es suficiente argumento de peso para intervenirlos.
Contrariamente a lo que algunos dicen y otros callan, es muy poco probable que en la
intervención del Partido Justicialista haya inferido el gobierno y, por el contrario, se olfatea una típica
estrategia peronista. Si hubiese sido una acción del gobierno, “habría que acusarlo de mala praxis, porque
la intervención demuestra, que el peronismo está vivo y está, trabajando para la unidad y en generar un
nuevo liderazgo sin Cristina, quien ha demostrado en forma reiterada, su poca vocación peronista y es,
pianta-votos -por voluntad popular- como casi todos los postulantes perdedores de Argentina: “muerto
el rey viva el rey”.
Está claro el rol de ancla con el pasado que cumple Cristina y, el peronista se alineará
inmediatamente atrás de quién levante las banderas del movimiento, con convicción y proyecto. Quién
represente mejor las consignas de “Justicia Social, Independencia económica y Soberanía política”, pero
en especial, quién pueda exhibir propuestas creíbles respecto a resolver la pobreza y generar empleo.
Para tener en claro el origen de esta movida, hay que recordar el viejo dicho campero de “pegarle
al chancho para que aparezca el dueño” y, ¿quiénes vociferan golpes institucionales y democracias
vulneradas? las víctimas no peronistas de esta intervención: el desaparecido Frente para la Victoria, la
Cámpora y la Unidad Ciudadana, los que están separados de los bloques peronistas en las Cámaras de
Senadores y Diputados, los que se quedaron con una estructura justicialista que no les pertenecía y,
ciertamente, contribuirían a dificultar “la unidad”.
Al gobierno no puede interesarle la unidad del peronismo, ya que es sabido que,
matemáticamente, el peronismo unido, es gobierno y, no habrá de darse, mientras Cristina sea el sostén
político y territorial de intendentes y beneficiarios; pero, esta movida, demuestra en especial, que Cristina
agoniza y el peronismo está en estado reproductivo. Y eso solo la descalifica seriamente, porque nadie
que pretenda conducir al peronismo, puede equivocar repetidamente el timing, y en esta intervención
quedó de manifiesto, Cristina está “fuera de Carrera” y con ella, el cada día más reducido número de
seguidores, que desean ardiente, que aparezca el hombre o la mujer, que los conduzca hasta la victoria.