Por Hernán de Goñi/Director Periodístico de El Cronista.-
No fue un día más de protesta. Fue una batalla campal, montada en torno al debate legislativo de un proyecto de ley polémico. La reforma previsional quedó en un segundo plano, y lo único relevante para los sectores más violentos que acudieron encapuchados a la Plaza del Congreso fue tratar de doblegar a la Policía de la Ciudad primero, y a la Gendarmería después.
Si hay una muestra determinante del carácter que tuvo esta jornada es que la CGT, promotora de un paro con el que opuso a la sanción de la ley que cambia la fórmula de pago a los jubilados, se corrió de esta movilización casi por completo.
Apenas algunas columnas sindicales llegaron a la sede del Legislativo, pero se despegaron formalmente de los incidentes apenas se dieron cuenta de que su motivación era otra. Si había alguna posibilidad de que la política mejorara la legislación que empezó a discutir la Cámara de Diputados, naufragó por la intolerancia que reinó ayer en la ciudad.
Apenas algunas columnas sindicales llegaron a la sede del Legislativo, pero se despegaron formalmente de los incidentes apenas se dieron cuenta de que su motivación era otra. Si había alguna posibilidad de que la política mejorara la legislación que empezó a discutir la Cámara de Diputados, naufragó por la intolerancia que reinó ayer en la ciudad.
El arsenal que portaban los manifestantes era una prueba ineludible de que la intención, fríamente planificada, era librar un enfrentamiento directo con las fuerzas de seguridad. Y lo consiguieron. Las balas de goma y los gases lacrimógenos se hicieron sentir por todas las calles a las que se trasladó la refriega. Hubo heridos, pero también policías y hasta periodistas agredidos. El vandalismo de los violentos perforó los límites de tolerancia: transformó a la Plaza del Congreso (reinaugurada tras una inversión de casi $ 60 millones) en una zona devastada. Y muchos comercios de las inmediaciones terminaron el día destrozados.
El telón de fondo de este día (que para algunos dirigentes políticos y empresarios buscó recrear el aire de pueblada del 2001, con el único fin de debilitar a Mauricio Macri) es si es legítimo rebelarse contra una norma legal que tuvo el apoyo de Cambiemos, buena parte del PJ y también de las provincias. En democracia, las piedras, palos y hasta morteros, no pueden valer más que el voto del Congreso