Por Sergio Rubin/Clarín.-
La santificación del Cura Brochero los volverá a reunir.
El Papa y el Presidente buscan acercar posiciones. Gestiones para un acercamiento en un terreno complicado.
El Papa Francisco y el presidente Mauricio Macri están en plena recomposición de sus relaciones. La patentización gestual de la nueva etapa será a mediados de octubre cuando Macri asista en el Vaticano a la canonización del primer santo argentino nacido, santificado y muerto en el país: el Cura Brochero. Para entonces, se apuesta a que el presidente se reúna con el pontífice en Santa Marta y tengan allí una larga y cordial charla. Pero el camino de la recomposición no está completamente despejado. Así como el Gobierno –y el propio mandatario argentino, aunque este sin identificarlos- acusan a algunos allegados a Jorge Bergoglio, como el legislador porteño Gustavo Vera, de meter ruido en el vínculo, también el mismísimo Francisco le achaca a ciertos colaboradores de Macri no contribuir.
En un afectuoso mail que el Papa le envió esta semana al legislador Gustavo Vera y que reveló el sitio religioso del diario italiano La Stampa, Vatican Insider, Francisco le imputa a “algunos colaboradores del oficialismo (…) desparramar lo que tienen en el corazón: levantar muros y ensuciar a otros”. Por aquello de que se dice el pecado, pero no el pecador, el pontífice no identifica a los destinatarios de su crítica, pero es difícil no interpretar que, entre otros, se refiere al asesor de imagen de Macri, el ecuatoriano Jaime Durán Barba, que en vísperas de la segunda vuelta electoral debutó con sus polémicas consideraciones sobre el Papa, al decir que este “no arrima ni diez votos” en el país. Algunos observadores, aunque con menor énfasis, señalan también al jefe de Gabinete, Marcos Peña.
Durán Barba no parece dispuesto a desactivar la artillería.
Hace una semana, cuando los vientos de recomposición de la relación Papa-Macri soplaban con fuerza, acusó a Vera de formar parte de un frente con Luis D’elía y el líder de Quebracho, Fernando Esteche, para “voltear” al presidente. Con todo, el Gobierno retruca que Vera no contribuyó a despejar las malezas en el camino a la recomposición: cuando trascendió que el Papa le pidió a los directivos de Scholas Ocurrentes que rechazarán un aporte de casi 17 millones de pesos, el legislador porteño disparó que “el gobierno trata al Papa como si fuera un puntero de Berazategui”, en referencia a que la Casa Rosada supuestamente estaba tratando de mejorar el vinculo poniendo plata. El gobierno aclaró que lo hacía a pedido de Scholas.
Las declaraciones de la semana pasada del Papa al diario La Nación, en cuanto a que no tiene “ningún conflicto” con Macri, a quien consideró “una persona noble”, obraron como un bálsamo en la relación. También sus elogios a la gobernadora María Eugenia Vidal y a los ministros de RR.EE., Susana Malcorra, de Desarrollo Social, Carolina Stanley; de Educación, Esteban Bullrich, y de Trabajo, Jorge Triaca, todos los cuales tienen un fluido vínculo con el pontífice. Aunque hay quienes siguen teniendo dudas sobre las buenas ondas de Francisco, en un contexo de gran sensibilidad política.
Con todo, la vicepresidenta Gabriela Michetti; el senador Federico Pinedo, el secretario de Culto, Santiago de Estrada, Vidal y Bullrich se cuentan entre los macristas que trabajan con denuedo para consolidar el vínculo. Pero está claro que todavía hay cabos sueltos en esta trajinada saga que deben atarse para que no haya sobresaltos.