HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

lunes, 2 de mayo de 2016

KAIN Y ABEL


     Por Osvaldo Pepe/Clarín.- Del editor al lector. En las redes sociales se libró y se libra una de las guerras políticas más virulentas desde el retorno de la democracia. Escrache por escrache, terminaremos todos muertos. Muertos simbólicos, incapaces de aceptar al otro. ¿Qué hubiese sido de la civilización humana si se hubiese combatido al nazismo con campos de concentración del otro lado? Los nazis desfilaron en Nüremberg, Mussolini fue colgado en Milán: juicio justo o revancha sucia. Deberíamos apaciguarnos, aprender de la historia y de la literatura. La historia dice que el “ojo por ojo, diente por diente” de la Ley del Talión, al contrario de lo que pueda suponerse, fue en la Antigüedad un progreso social, acaso el primer intento establecer una proporcionalidad entre la pena y el delito para evitar que el castigo terminara en venganza. La literatura nos recuerda un poema de Borges (“Leyenda”, 1969), es breve y rotundo: “Abel y Caín se encontraron después de la muerte de Abel. Caminaban por el desierto y se reconocieron desde lejos, porque los dos eran muy altos. Los hermanos se sentaron en la tierra, hicieron un fuego y comieron. Guardaban silencio, a la manera de la gente cansada cuando declina el día. En el cielo asomaba alguna estrella, que aún no había recibido su nombre. A la luz de las llamas, Caín advirtió en la frente de Abel la marca de la piedra y dejó caer el pan que estaba por llevarse a la boca y pidió que le fuera perdonado su crimen. Abel contesto: -¿Tú me has matado o yo te he matado? Ya no recuerdo; aquí estamos juntos como antes. -Ahora sé que en verdad me has perdonado -dijo Caín- porque olvidar es perdonar. Yo trataré también de olvidar. Abel dijo despacio: -Así es.
Mientras dura el remordimiento dura la culpa. Los escraches y la intolerancia son una patología de la década ganada. Tardarán años, tal vez un par de generaciones, en dar paso a una cultura democrática sin hostigamientos ni rencores. Los escraches a Zannini fueron un viaje al pasado. Al peor momento de los “juicios sumarios populares” y callejeros del poder K. Lo de Cristina Kirchner en Comodoro Py bien puede leerse como un mensaje o un apriete a los jueces de ésa y otras causas. Esa forma de hacer política está muerta: es parte de una generación, la del 70, que se resiste a jubilarse, quizá porque no acepte su fracaso. O en presunta defensa de ideales que ya no tienen ni practican. Las emociones negativas nos envenenan el alma, de un lado y otro de la grieta. El día en que quien fue agraviado no repita los gestos del agravio ni ejerza la arbitrariedad del mando, decidiendo por poder o capricho destierros ajenos, como en el pasado, el país será mejor y la política más útil. Salvo que repitamos la parábola de Kaín y Abel.

Entradas populares

ARCHIVO DEL BLOG