Por Diario HOY.-
Mando a Estela de Carlotto a decir que el gobierno sciolista será una simple “transición” para su vuelta. Mientras tanto, dejará activada una bomba de tiempo económica muy difícil de desactivar luego del 10 de diciembre
La megalomanía es una condición psicopatológica caracterizada por fantasías delirantes de poder, relevancia, omnipotencia y por una inflada autoestima. La definición calza a la perfección para describir el comportamiento que está teniendo Cristina Kirchner, quien hace todo lo posible para dejarle un camino repleto de espinas a su sucesor. ¿Cuál es el objetivo? Intentar volver al poder lo antes posible, sin importar que el próximo presidente pueda cumplir o no con su mandato constitucional.
Lejos de ser un secreto guardado bajo siete llaves, el kirchnerismo ayer puso esta estrategia claramente de manifiesto cuando mandó a la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, a darle un claro mensaje a Daniel Scioli, candidato presidencial supuestamente bendecido por CFK. Concretamente, Carlotto sostuvo que “(un eventual gobierno de Scioli) puede ser también una transición muy constructiva para la espera del regreso de Cristina". Eso, y decirle al mandatario bonaerense, que será un presidente sin poder, con el boleto picado, es prácticamente lo mismo.
A diferencia de Hebe de Bonafini, la polémica titular de Madres de Plaza de Mayo, que suele atacar furibundamente a críticos y opositores por mandato de la Casa Rosada, Estela de Carlotto siempre muestra un perfil más moderado a la hora de defender a los K. En rigor, son dos caras de una misma moneda ya que las referentes de Madres y Abuelas se han beneficiado política y económicamente durante la era K.
Recordemos, por ejemplo, que el gobierno K destinó más de 1200 millones de pesos a la Fundación de Bonafini, que salieron de los impuestos que pagamos todos los ciudadanos, que deberían haberse destinado a construir viviendas sociales y que terminaron enriqueciendo al parricida Sergio Schoklender (ex hijo putativo de Bonafini) y a varios allegados a la titular de Madres. En tanto, la sociedad con la Casa Rosada, le permitió a Carlotto poner a miembros de su familia en listas legislativas y cargos públicos. Uno de sus hijos, Kibo, fue senador provincial y actualmente es secretario de derechos humanos de la Provincia, mientras que otro de sus hijos (Remo) es diputado nacional.
Minutos más tarde, el propio Scioli tuvo que salir a responder públicamente para evitar que el escándalo político generado por las declaraciones de Carlotto aumentara en efervescencia: "Yo estoy concentrado por ser el candidato del desarrollo. El futuro Dios dirá. Si la gente me da la responsabilidad, voy a cumplir las facultades constitucionales en el ejecutivo, como he hecho siempre”.
El gobernador respondió, fiel a su estilo, utilizando frases políticamente correctas, evitando ir al choque, como lo hizo durante los ocho años que lleva como gobernador de la Provincia, periodo en el cual sufrió todo tipo de operaciones y ataques desde la Casa Rosada.
Ahora bien, la pregunta que se hacen en muchos sectores es que margen tendrá para poder gobernar en caso de llegar al poder el 10 diciembre, con un vicepresidente –Carlos Zannini- que es considerado el monje negro del kirchnerismo y una presidenta saliente que buscará influir en el escenario político desde El Calafate. El interés de Cristina radica, además, en la necesidad de tener garantizada la impunidad, ante el cúmulo de denuncias que la involucran a ella y a distintos integrantes de su familia en escándalos de corrupción.
Otro factor que intentará utilizar CFK para esmerilar a su sucesor es la situación económica. La política que está instrumentando Axel Kicillof, que a partir de diciembre gozará de fueros ya que encabeza la lista de candidatos a diputados nacionales en Capital Federal, lleva a que prácticamente imposible no devaluar el peso después del 10 de diciembre. La abrupta depreciación de la moneda brasileña registrada en las últimas semanas está pulverizando la poca competitividad que le queda a la Argentina y, a su vez, es un factor determinante para la disparada del dólar blue, que sigue alargando su diferencia con la cotización oficial (ver página 6 y 7).
Dado la recesión que existe en la Argentina, y una inflación que no baja del 30%, una devaluación del peso podría constituir una bomba económica, sino está acompañada de planes estratégicos tendientes a aprovechar al máximo el potencial exportador que tiene la Argentina y darle valor agregado a la economía para generar trabajo genuino. Por el momento, ideas superadoras son las que brillan por su ausencia en el oficialismo.
Promesas de difícil cumplimiento
Dos problemas que heredará el sucesor de Cristina será cómo bajar la inflación y, a la vez recortar los subsidios que están desangrando las arcas nacionales. Scioli, el martes pasado, prometió una lluvia de inversiones en torno a los 30 mil millones de dólares por año y bajar la inflación a un dígito. No aclaró si se refería a los datos reales o al costo de vida, mentiroso, que todos los meses publica el INDEC.
Desde el sciolismo, en reiteradas ocasiones, han dado señales que intentarán llegar a un acuerdo con los holdouts para solucionar el frente externo y atraer las inversiones que necesita el país. Ello llevará a que tenga que dar marcha atrás con todos los desbarajustes instrumentados por el kirchnerismo, que han llevado a que la Argentina hoy esté en default. La duda radica en determinar si Scioli tendrá la cintura política y la capacidad para emprender este camino, minado por las espinas K. Durante ocho años nunca sacó los pies del plato, ¿se animará a hacerlo después del 10 de diciembre?