Por Pablo Mendelevich/Para La Nación.-
Hoy empiezan los últimos doscientos días de la república matrimonial: a este gobierno de doce años y medio, el más largo de la historia argentina, le quedan seis meses y dos semanas de vida. Cabe esperar que mañana sea el último 25 de mayo en el que -arrumbada la Primera Junta como efemérides burocrática- desde el Estado se le rinda homenaje a la Revolución de Mayo de 2003 y a su prócer santacruceño. Por lo demás, si Néstor Kirchner no se hubiera añadido medio año por ley, la república matrimonial, a la que sus seguidores llaman "proyecto", se terminaba mañana al mediodía. Pero, se acaba de confirmar, los verdaderos planes eran bien distintos.
La resonante burla de Florencio Randazzo a la manquedad de su rival doméstico y su más insólita aclaración posterior de que no se estaba refiriendo a Scioli (¿habrá sido por el general Paz?; ¿tal vez por Cervantes?) hizo que pasara inadvertido un reconocimiento deslizado en la misma oración. Randazzo les estaba contando a los intelectuales orgánicos de Carta Abierta en qué momento él decidió ser candidato a presidente. "Habíamos perdido las elecciones", dijo con referencia a 2013, y entonces se vio que Cristina Kirchner no tenía posibilidad de ser reelecta". Es la primera vez que alguien del Gobierno admite en público aquel plan ya caído, el de ir por un cuarto mandato kirchnerista, el tercero de Cristina Kirchner, sin importar el detalle de que la Constitución limita la duración de un gobierno a ocho años.
Randazzo no mencionó la Constitución. Su apoyatura doctrinaria sólo alcanzó el clímax cuando sostuvo que "el pragmatismo tiene un solo límite, no perjudicar el interés de la mayoría", concepto mussoliniano que los intelectuales kirchneristas aplaudieron serios, sin la hilaridad que les causaría minutos después la ocurrencia del proyecto manco.
Es interesante escuchar en este final de época a los alfiles del kirchnerismo disertar sobre límites. Juan Manuel Abal Medina lo trató hace diez días, cuando entendió que al ser acusado de comparecer en el Congreso "pasado de droga" Lilita Carrió había pasado un límite. Sin quererlo, Carrió y Abal Medina decían lo mismo, aunque se referían a diferentes clases de límites. Del tema concreto del presunto consumo de estupefacientes en horario de trabajo y del supuesto agravio punible, bien dijo Abal Medina, se ocupará la Justicia, pero con las reflexiones sobre límites que le despertó el episodio convidó a todo el mundo. "Quienes pertenecen a otros espacios políticos no cometen ningún pecado moral, sólo tienen ideas diferentes a las mías", explicó, aunque sin inventariar la manera en que traduce esas máximas republicanas su gobierno, del que antes fue jefe de Gabinete y ahora es senador. Falto de tiempo como para ponerse a recordar escraches por cadena nacional, juicios en plaza pública, aprietes desde el Estado y otros males de los países donde suceden esas cosas, Abal Medina enseñó que "estos discursos y prácticas políticas son dañinos y peligrosos para la democracia y sus instituciones". Por fin llegó la advertencia: "Si los oponentes políticos nos definimos por términos morales la idea de adversario es reemplazada por la de enemigo". Dios nos guarde, ojalá eso no pase nunca..