HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

miércoles, 27 de agosto de 2014

SURREALISMO ECONÓMICO

   Por Eduardo Wannesson/El Informador.- “Miente, miente, miente, que algo quedará. Cuanto más grande sea una mentira, más gente la creerá”. (Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda del III Reich). REESTRUCTURACIÓN DE DEUDA PÚBLICA: El MEGACANJE DEL 2005 DE KIRCHNER Y LAVAGNA: SU ROTUNDO FRACASO:  Una de las mayores mentiras de Néstor y Cristina, se refiere concretamente al tan proclamado “exitoso” megacanje de deuda 2005 que tuvo como actores principales a Néstor Kirchner, Roberto Lavagna y a Guillermo Nielsen. En efecto, a contrario sensu de lo que expone el gobierno y la casi totalidad de los medios informativos, el tan mentado megacanje de Kirchner y Lavagna fue y es un rotundo fracaso, configurándose a su vez, en un factor determinante y condicionante de la política económica de estos últimos años Ahora bien, ¿por qué afirmo esto?
En primer lugar: la negociación era por un monto total de ochenta y dos mil millones de dólares (US$ 82.000.000.000) de los cuales aproximadamente veinte mil millones de dólares (US$ 20.000.000.000) quedaron afuera de dicha negociación por bonistas que no ingresaron a este megacanje, debiendo aclarar que el Gobierno Kirchnerista jamás objetó la legitimidad de esta deuda. En segundo lugar: El gobierno rescató por tanto Bonos viejos por una deuda total nominal que ascendió a la suma de sesenta y dos mil millones de dólares (US$ 62.000.000.000). entregando a su vez a los acreedores externos -bonistas- nuevos Bonos por una cifra que ascendió a los treinta y cinco mil millones de dólares (US$ 35.000.000.000). Hasta ahí todo bien, se configuró una quita del 44%. Pero lo que no dijo ni dice el gobierno, es que en forma paralela se le otorgó a cada uno de los bonistas una prima o premio complementario -Cupón PBI- del 48% calculado no sobre el monto de la quita (US$ 35.000.000.000) sino sobre el monto nominal de los Bonos rescatados (US$ 62.000.000.000), mejorando la oferta a modo de “endulzamiento” para hacerla más atractiva, conforme términos de Guillermo Nielsen uno de los actores principales de esta nefasta negociación para el País, rayana al delito de traición por mala praxis. 

 EL CUPÓN PBI 

 Para que todo el mundo entienda y hablando en criollo, significó un compromiso directo de la República Argentina por el cual para el supuesto de que el País lograra una tasa de crecimiento económico que superara el 3, 20 % del PBI, se le otorgaba a cada tenedor de bonos una prima o premio de (US$ 0,48 ctvos.) por Dólar negociado, que incluso podía incrementarse a una suma total para todos los bonistas en su conjunto, hasta un porcentaje del 5% como tope, calculado sobre el monto nominal de los bonos viejos rescatados: dólares estadounidenses sesenta y dos mil millones de dólares (US$ 62.000.000.000) para el supuesto de mayor índice de crecimiento económico, tasa ésta determinada por el INDEC, dependiendo por tanto los pagos, reitero, al mayor o menor incremento de la referida tasa desde la firma de este megacanje -junio de 2005- a treinta años vista. 

 Esto quiere decir, que el Gobierno primero consiguió una quita del 44% sobre la suma total de los bonos viejos rescatados, pero paralelamente nos endeudó en un 48% más, como mínimo, al concederles a cada uno de los bonistas los dichosos cupones PBI. CONCLUSIÓN: es mentira que hubo una quita. amén de haber aceptado la Argentina otras cláusulas leoninas, como la de la “prórroga de jurisdicción” a los tribunales de New York, como así las de “ejecución de sentencia” y “renuncia a la inmunidad soberana”, que les permitió a los holdouts, por caso, embargar en su momento la Fragata Libertad. La historia nos enseña que los famosos cupones PBI, tienen como único antecedente los famosos “Pagos por Índice de Prosperidad” incluidos en la deuda por reparación de guerra a cargo de los alemanes y a favor de los aliados, pactada en el Tratado de Versalles de 1924, que fuera ideada en ese entonces por la usurera banca Morgan y que originó a la postre el resentimiento y odio del pueblo alemán, que a su vez facilitara la ascensión de Adolfo Hitler y el advenimiento de la cruenta Segunda Guerra Mundial con más de cuarenta millones de muertos en su haber. 

 LA INCIDENCIA DIRECTA QUE TUVO Y TIENE HASTA EL PRESENTE ESTE ACUERDO CON LOS ACREEDORES EXTERNOS COMO CONDICIONANTE TOTAL DE LA POLÍTICA ECONÓMICA NACIONAL 

 Fue tal el fracaso de esta negociación -que el gobierno con bombos y platillos declaró mendazmente como exitosa-, que a los dos años de firmarlo allá por el 2007, se dieron cuenta que no lo podían pagar. El fuerte aumento del gasto público, centrado principalmente en los subsidios al transporte y la energía -que, dicho sea de paso, conjuntamente con la sobrefacturación de la obra pública, constituyen los dos agujeros negros principales de la estructural corrupción imperante-, unido al pago de los servicios de deuda, generó, un creciente déficit fiscal, no obstante las portentosas recaudaciones que ingresaban al Estado en concepto de retenciones a las exportaciones de granos; también en concepto de exportaciones de vehículos y autopartes a Brasil incluso a México en su momento, sin perjuicio de la alta recaudación en concepto de impuestos distorsivos que recibía el Estado con motivos de la fuerte presión tributaria ejercida contra los ciudadanos, no fueron suficientes para cubrir el déficit fiscal.

 Por primera vez en la era Néstor los gastos superaban los ingresos. Para compensar ese déficit fiscal imparable y creciente que se fagocitaba todo, el Gobierno impulsó una fuerte política de expansión monetaria -acelerando aún más la impresión de billetes para largar al mercado-, lo que originó el ascenso de un proceso inflacionario, que se genera precisamente cuando se imprimen billetes en forma espuria sin su correlato con la creación simultánea de bienes y servicios. Fue precisamente en ese estadio histórico, que a Néstor Kirchner no se le ocurre otra solución que la de “truchar” los índices de inflación del INDEC, avanzando incluso más allá en su demente afán de esconder tanto el índice inflacionario, como el fracaso del megacanje, cuando se ve obligado también a “truchar” los índices de crecimiento de la economía, agigantándolos. Se acuerdan cuando declaraban que estábamos creciendo a tasas chinas. Bueno, en realidad era un cuento chino. Esto llevó a que en el 2008 manotearan la plata de las AFJP. Como tampoco les alcanzó, tuvieron que recurrir a fondos del ANSES; del Banco Nación y por último de las reservas del Banco Central, en su política de cuasi vaciamiento de estos organismos. Lamentablemente las mentiras del Gobierno en torno a las referidas tasas de crecimiento de la economía registradas del 2007 en adelante, hizo que le pagaran a los holdouts que entraron el megacanje del 2005 la friolera de doce mil millones de dólares (US$ 12.000.000.000) que fueron abonados en realidad, para poder seguir sosteniendo una gran mentira, por la cual los bonistas fueron nuevamente beneficiados, según cálculos de expertos en la materia en aproximadamente cuatro mil millones de dólares (US$ 4.000.000.000) que no le correspondían. 

 La psicología enseña que una mentira atrae a otra y así sucesivamente, hasta que el mentiroso entra en un mundo virtual, patológico, en una realidad paralela. Justo eso le pasó al gobierno, que pretende que nos traguemos la fábula de su “modelo de desarrollo con inclusión social y matriz diversificada”, cuando vemos que con sus políticas arbitrarias e inoperantes atenta contra los emprendimientos genuinamente productivos, propiciando la quiebra de frigoríficos, tambos, pequeños y medianos productores primarios, aniquilando la ganadería, las PyMES y socavando la actividad industrial con un tipo de cambio que ya no es competitivo por efecto del fenomenal proceso inflacionario que responde a su pura y exclusiva responsabilidad, con la consecuente ola de suspensiones y despidos de trabajadores en todo el País, con jubilaciones de miseria, con catorce millones de personas por debajo de la línea de la pobreza, con cada vez más villas miserias a la orilla de cada ciudad argentina, con el hambre de los chicos, con su desnutrición y su mortalidad, entre otras cosas. El Gobierno no aprende, sigue con la teoría del fuerte aumento del gasto público -que incluso al presente supera la tasa de inflación anual-, como herramienta para reactivar la economía. La evidencia empírica en materia económica nos dice que estas recetas que ahora nos quiere imponer el Ministro de Economía Kicillof, fueron abandonadas por la ciencia económica seria hace más de sesenta años. Pretender combatir la inflación y la recesión que padecemos -estanflación-, con más gasto público, resulta lo mismo que pretender apagar un incendio con nafta. Así estamos. Dr. Eduardo Wannesson

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