HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

lunes, 21 de julio de 2014

FIN DE CICLO: ENTRE CHINA Y EL JUEZ GRIESA

   Por Jorge Raventos/El Informador.- Después del Mundial de Fútbol, la Argentina retoma su contacto pleno con la realidad. Los miembros del equipo nacional llegaron a Ezeiza, fueron abrumados por la insistencia presidencial en mostrarlos sonrientes antelas cámaras y finalmente decidieron no ir a los imaginados festejos en la Plaza de la República: “Nadie nos garantiza la seguridad”, explicaron.
Sus palabras sonaron sensatas y representativas: decían lo que sufren y piensan cotidianamente millones de compatriotas y hablaban a la luz de los incidentes que unas horas antes habían convertido las inmediaciones del Obelisco en saqueada tierra de nadie, en un distrito en el que actúan formalmente dos instituciones policiales y hay disponibles otras fuerzas de seguridad. 

 Mirando las urnas y el riesgo de default 

 En el paisaje post-mundialista reaparecieron las encuestas con perspectivas electorales. No todo sigue igual que antes. Si se articulan las cifras de distintos analistas, parece observarse un crecimiento relativo de la figura de Mauricio Macri, un estancamiento relativo de la candidatura de Sergio Massa (no se concretó, al menos hasta ahora, el esperado pase aluvional después de la victoria bonaerense de octubre) y un leve retroceso de Daniel Scioli, mientras el resto de los postulantes miran a los punteros desde una distanciada retaguardia. Las urnas todavía están lejos, pero empieza a insinuarse un peligro para las fuerzas de raíz peronista: si Macri consiguiera treparse al podio del ballotage frente a Scioli o frente a Massa, llegaría a ese lugar con un aire triunfal y generando fuertes expectativas en el electorado que se define como independiente (las encuestas muestran que es la mayoría del padrón). Podría encarar desde esa plataforma y fortalecido la instancia decisiva. Contaría, probablemente, con alguna ayuda de la Casa Rosada, que sin duda prefiere, ya que debe cesar la dinastía K, que la sucesión no sea peronista. 

 Observando esos riesgos, gente de cabeza fría del massismo y del sciolismo empieza a reconsiderar la advertencia que hace unos meses hizo Eduardo Duhalde, aconsejando a los peronistas trabajar por una candidatura única. Para optar con cierta elegancia por ese camino el tiempo no sobra. Suponiendo que los jefes de cada corriente se inclinaran por esa hipótesis, aún deberían convencer a sus estados mayores y a los mandos subalternos. Por ahora, en cualquier caso, cada cual atiende su juego. Entretanto, se aproxima la hora de la verdad en relación con el riesgo de default. Los mercados no terminan de dilucidar si el discurso desafiante de la señora de Kirchner y de su escudero económico, Axel Kicillof, obedece a una áspera táctica negociadora o a una interpretación obnubilada de la situación objetiva. “No queremos el default pero podríamos estar avanzando hacia uno”, dijo la Presidente en la reunión de los BRICS y los mercados, que se mostraban optimistas (apostando a que habría un arreglo), se deprimieron y pasaron a refugiarse en el miti y miti (cincuenta por ciento a que habrá acuerdo, otro tanto a que habrá default), es decir, confiesan su impotencia para penetrar en la intención de la Casa Rosada. Puede que el secreto resida en que esa intención todavía no esté definida. 

Ideología, conspiraciones, confrontación 

 Lo que contribuye a la confusión general es la propensión kirchnerista a las interpretaciones ideológicas y conspirativas. Por ejemplo: La vertiginosa visita del presidente ruso Vladimir Putin y el inminente arribo a Buenos Aires del jefe de Estado chino, Xi Jinping, sumadas ala presencia de la señora de Kirchner en la reciente reunión del grupo BRICS han alentado ilusiones y fantasías en algunos sectores del oficialismo, que creen estar invitados a un revival de los años de la guerra fría y acarician la idea de un gran emblocamiento “antiimperialista”. Siempre hay un roto para un descosido: no faltan en la vereda de enfrente quienes comparten la interpretación y observan estas visitas como una ofensiva de estados “de raíz marxista”, allanada por un gobierno bien predispuesto a esos devaneos. Convendría separar los hechos de los delirios. China y Rusia no son, por cierto, los únicos actores mundiales que observan la realidad y las posibilidades de Argentina como potencia mundial agro alimentaria, poseedora de enormes reservas energéticas y mineras y asentada sobre una organización social que, pese a su lamentable deterioro, conserva aún un tejido de integración, una tradición de cultura y educación modernas, un capital insuficientemente explotado de creatividad y capacidad de emprendimiento. 

La próxima apertura de un nuevo ciclo político valoriza aquellas características. La locomotora del crecimiento económico mundial se ha desplazado de los países desarrollados a los mercados emergentes. La Argentina, que en esta ocasión participó de la reunión de los BRICS como invitada, tienen el futuro un papel de mayor jerarquía en ese contexto. Los rusos desde mucho antes de las transformaciones derivadas de la perestroika han tenido intereses, amistades y un buen observatorio sobre la Argentina, con analistas, agentes e informantes locales de altísima jerarquía. Moscú fue, por ejemplo, uno de los primeros jugadores en advertir las condiciones excepcionales de los yacimientos de shale patagónicos. El shale es un desafío para Rusia: el principal mercado del gas ruso hoy es Europa, pero en un futuro próximo Estados Unidos, con sus grandes depósitos de shale, podría quizás exportar competitivamente gas al Viejo Continente. Por eso, Moscú procura extender su influencia energética mundial buscando espacios como el que ofrece Vaca Muerta. Inútil buscar “antiimperialismo” en esas jugadas. Hay sí, obvio, interés nacional ruso. Se trata de definir (con criterio y sin candorosas alucinaciones) el interés nacional argentino en esa relación. 

 El amigo chino 

 En cuanto a la visita de Xi Jinping, es obvia su importancia. China es el segundo cliente de Argentina y el primero y principalísimo en materia de soja. También es un vendedor relevante. La formidable demanda china ha sido uno de los factores decisivos (el otro: el vertiginoso desarrollo tecnológico) en el proceso de reversión del deterioro de los términos de intercambio, según el cual las materias primas estaban condenadas a ver progresivamente reducido su valor comparado con el de los bienes industriales. La circunstancia de que las compras chinas al Mercosur (y, en general, a la región) se concentren casi exclusivamente en materias primas ha generado prevenciones. El hecho es observado como un refuerzo de la llamada “primarización” (o “reprimarización”) de las economías sudamericanas. Hasta el momento, la inversión directa china en la región revela, para algunos estudiosos la “ausencia de estrategia coherente nacional de las inversiones extranjeras de China”. Según algunos de ellos, como Lin Yue, de la Universidad Autónoma de Madrid, “las empresas chinas planean sus inversiones en América Latina parados motivos: la búsqueda de recursos y la búsqueda de mercado. Por un lado, la importancia de América Latina como uno de los principales proveedores de las materias primas para China, especialmente minerales, metales y combustibles, se justifica por el creciente porcentaje de las importaciones de China de la región.

 Las materias primas importadas de América Latina representaron el 16.3% de la importación total de China de los productos básicos en 2010, en comparación con el 10.3% en 2002. Por otro lado, América Latina también sirve como un mercado creciente para los productos manufacturados de China. En 2010,5.8% de las exportaciones de los productos manufacturados de China se dirigieron a América Latina: una duplicación del nivel de 2002 (2.9%)”. Otra especialista, Loretta Napoleoni, explica que “uno de los sectores prioritarios a los que apunta la inversión china es el energético. Por años Pekín ha aguardado y preparado sus empresas para aprovechar esta oportunidad. En 2005 lanzó la campaña Hacia el exterior, una política que en el ámbito de la inversión china externa directa fomentó la transferencia de tecnología y nueva inversión estratégica en el exterior. El primer sector seleccionado fue el energético, que hasta ahora ha absorbido la mayor inversión china directa en el exterior” Para un país como la Argentina, que dedica más de diez mil millones de dólares al año en importar energía mientras cuenta con grandes recursos inexplotados de petróleo y gas convencionales y no convencionales cuyo desarrollo necesita inversiones y tecnología, esa perspectiva es una opción que cae de madura. Por otra parte, el perfil de la inversión china está modificándose. 

El incremento incesante de los salarios en el seno de la República Popular sumado a la abundancia de capital está impulsando a China a buscar horizontes de inversión fuera de sus fronteras más allá de commodities y materias primas estratégicas. Invierte en empresas que desarrollan tecnología y también en grandes obras de infraestructura, no sólo energéticas. Los acuerdos suscriptos esta semana entre los estados argentino y chino avanzan en un sentido muy positivo. China invertirá más de 7.500 millones de dólares en proyectos hidroeléctricos, de transportes (financiamiento de la renovación del ferrocarril Belgrano Cargas), comunicaciones, riego, desarrollo de energía nuclear. Xi Jinping definió la asociación con Argentina como “estratégica”. Y sin duda lo es para Argentina. Se calcula que a fines de la presente década, la inversión directa china en el exterior estará alrededor del billón y medio de dólares. ¡Qué oportunidad para países, como Argentina, que imperiosamente necesitan inversión! Pero siempre es necesario mantener lejos las ensoñaciones ideologistas. Desde que se incorporó a la Organización Mundial de Comercio en 2001, China asumió como propias las instituciones del capitalismo globalizado. La conducción de la República Popular impulsa decididamente el comercio libre y el desarrollo de una economía mundial abierta. 

El Presidente Xi Jinping lo sintetizó así: “Solamente cuando se abre la ventana puede entrar libremente el aire fresco”. Conviene oír atentamente a los interlocutores y romper las burbujas autorreferenciales. El prestigioso Financial Times señalaba hace algunas semanas que “proteger a la industria local es algo que los peso pesados del Mercosur, Brasil y Argentina, creen de todo corazón, pese a que sus políticas han provocado numerosas fricciones y de a ratos mala sangre entre los vecinos y socios del bloque”. Particularmente en relación con China, Argentina (y Brasil)ha procurado hasta ahora levantar barreras. Debe tomarse en cuenta, sin embargo, que en el 2016 China habrá obtenido el estatus de economía de mercado reconocido por la Organización Mundial del Comercio con lo que no será tan fácil interponerle recursos antidumping, como se ha venido haciendo con insistencia en el ámbito del Mercosur. La asociación estratégica invocada por los presidentes de Argentina y China será otro obstáculo para los viejos recursos proteccionistas. La relación con China es crucial. Tan crucial como tener claro un pensamiento estratégico de la Argentina. Interés proyectado en el mediano y largo plazo, no ideología.

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