HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

miércoles, 12 de marzo de 2014

SER CREÍBLE A RIESGO DE FOGONEAR EL DÓLAR Y LOS SALARIOS: la gran "encrucijada K" frente al nuevo dato de inflación


   Por Lucila Lopardo/iProfesional.- Las mediciones marcan que, pese a ser un mes típicamente tranquilo, en febrero se dio un "efecto arrastre" que presagia malas noticias. Si el indicador es alto, no sólo quedarán desacreditados los "Precios Cuidados" sino que se debilitará la posición del Gobierno en la negociación salarial Pocas cosas son más difíciles que recuperar la confianza después de haber mentido. Lo saben bien los comerciantes, los publicistas, los periodistas, los maridos infieles... y los técnicos del Indec.
Es así que, aun cuando el flamante Índice de Precios Nacional y Urbano (IPNu) arrancó con el pie derecho en enero, sigue habiendo una fuerte expectativa respecto de si -al publicarse el dato de febrero- se ratificará la nueva política de sincerar los aumentos o si regresará la tentación a "maquillar" la estadística. Hay economistas que dan por descontado que, por más que el 3,7% de enero haya sido promocionado como un regreso a la confiabilidad, sigue habiendo motivos para desconfiar. "El Gobierno va a seguir mintiendo porque cree que así cambia la realidad", sostiene Aldo Pignanelli, ex titular del Banco Central, uno de los analistas que se manifiesta escéptico sobre la habilidad de los funcionarios K para controlar la inflación. 

También el ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, plantea que "a nivel oficial ya hay nuevamente una discusión entre los que quieren mantener un índice más o menos creíble y los que quieren volver a la política del engaño". Lo que alimenta las dudas es la certeza, entre los consultores privados, de que febrero tuvo aumentos muy superiores a los previstos. Tanto que en algunas mediciones llega a superar el registro de enero. Tradicionalmente, se trata de un mes en el que los incrementos son bajos por causas estacionales y en el que se suele "preparar el terreno" para marzo, momento inflacionariamente alto por el inicio de las clases, alza de tarifas y cuotas, entre otras subas. Por lo pronto, ya el acumulado de enero y febrero "araña" el 10% -según estadísticas privadas y el índice que formula la Ciudad de Buenos Aires- por lo que para el tercer mes del año la inflación ya se habrá comido el aumento del 11,3% en las jubilaciones. 

Todo esto se presenta como una gran disyuntiva para el Gobierno: 

 • Si se oficializa que en febrero hubo aumentos importantes implicará, por un lado, reconocer que el programa "Precios Cuidados" fue poco efectivo. Por otro, se le daría argumentos a los sindicatos para reclamar mayores incrementos salariales. 

• En el otro extremo, si vuelven a surgir dudas sobre la fiabilidad de la estadística, esto volverá a enrarecer la relación de la Argentina con el FMI y se dificultará el acceso al crédito externo, justo momentos en los que el Gobierno está más urgido de divisas. 

 ¿El sinceramiento no tiene retorno? 

Sin embargo, no todo es descreimiento. Hay analistas que prevén que, por desesperanzador que sea el dato de febrero, el Gobierno no tendrá más alternativa que publicarlo, ya que el costo de tomar otra actitud sería demasiado alto. "La confianza es muy difícil de ganar y muy rápida de perder. De 2007 a 2013 vimos durante siete años estadísticas no confiables, ahora se necesita que el sinceramiento continúe, un solo dato no va a recuperar la confianza", afirma Lorenzo Sigaut Gravina, economista jefe de la consultora Ecolatina. En la misma línea se expresa Fausto Spotorno, del Estudio Ferreres, quien no cree que el Gobierno vaya a arruinar la rectificación del índice en el segundo mes porque "eso complicaría todo". 

 No siempre la segunda parte es mejor 

En todo caso, lo que está claro es que la inflación de febrero resultó inesperadamente elevada, evidenciando que el problema es más grave de lo que se pensaba y que hay fuertes "efectos arrastre" tras la corrección cambiaria de enero. Un febrero "caro" significa una alteración en los planes originales del Gobierno. Es que con el nuevo IPNu se esperaba que tras un arranque con un número alto se iba a iniciar un camino descendente, cumpliéndose así con el objetivo de revertir las expectativas. En otras palabras, una sucesión de indicadores en caída, gracias a la ayuda del plan "Precios Cuidados", sería un argumento para que empresas y sindicatos moderaran su tendencia a subir precios y salarios. Se trata de una estrategia similar a la que ya se utilizó en 2013, cuando en enero la inflación real superó el 2,5% y se recurrió al congelamiento en los súper que ordenara Guillermo Moreno para disminuir el índice. A pesar de que aquel "plan freezer" había sido criticado por rudimentario, lo cierto es que obtuvo un relativo éxito inicial, porque entre febrero y mayo se había logrado mantener una inflación en torno del 1,5%, que ayudaba a mejorar el índice anual. Pero no siempre se puede repetir el mismo truco y lograr el mismo efecto. 

Por el contrario, todos los pronósticos indican que un escenario de caída similar al de aquel entonces sería imposible en 2014. Por lo pronto, las estimaciones privadas dan cuenta de que en febrero (pese a los Precios Cuidados) la inflación reaccionó al alza respecto de enero y podría superar el 4% (versus el 3,7% del mes anterior). Diego Giacomini, de Economía & Regiones, afirma que su medición para febrero es de "un punto por encima de enero". Desde Ecolatina estiman que estaría en un 5% y desde Elypsis consultores hacen referencia a un 4,5 por ciento. "Los aumentos se sintieron en prácticamente todos los rubros, con subas muy pronunciadas en electrodomésticos, que lideraron los registros, con un alza promedio del 15%- seguidos de carne, pasajes de ómnibus, verduras y materiales para la construcción", indican desde Elypsis. Para el Estudio Ferreres, la suba más fuerte se dio en alimentos, categoría en la que se proyecta una alza del 5% "con aumentos generalizados en prácticamente todas las categorías". En este contexto, todo indica que el plan "Precios Cuidados" y el control "góndola por góndola" que Cristina incentivó en sus últimos discursos, tuvieron un efecto muy bajo a la hora de moderar la suba. 

 Si febrero es malo, ¿marzo será peor? 

El Gobierno no desespera: cree que los dos primeros meses -marcados por fuertes subas de precios- fueron resultado directo de la devaluación y que en marzo el indicador reaccionará a la baja (empujado también por un menor consumo). Los analistas y empresarios tienen otra visión y temores. La inquietud no pasa solamente por el hecho de que la inflación de estos dos meses muestre niveles altos, sino por la amenaza que implica una tendencia creciente. Muchos creen que dados los motivos de tipo estacionales que presenta marzo, es altamente probable que los aumentos no se atenúen sino que se aceleren. Así las cosas, con una inflación cercana al 4%, se estima para este mes un promedio interanual que araña el 40%, dejando un antecedente más que preocupante para los próximos trimestres. "La inflación de febrero parece ser aun más alta que la de enero y ya tiene un arrastre sobre marzo. A este ritmo, entonces, el índice anual se encontrará entre 35-40% y, por lo tanto, presionará muy fuerte al dólar", afirma el economista Tomás Bulat.

 En la misma línea, desde Elypsis creen que en marzo se podría superar una inflación del 40% anualizada. Es por esto que más que el número en sí lo que preocupa es la tendencia alcista. En principio, a las subas estacionales en tarifas y servicios que se dan en marzo se suma el hecho de que hace más de un mes la cotización del dólar está "planchada" en menos 8 y se espera vuelva a subir. "La inflación se puede ir acelerando de a poco, estamos en un contexto de tipo de cambio planchado, con paritarias y con menor actividad económica. Estos factores indican que se puede ir incrementando", apunta Fausto Spotorno. "Hoy el dólar está quieto, pero en algún momento por la dinámica de los precios habrá que liberarlo y ahí se puede complicar más la inflación", agrega. 

 El peor timing 

La gran incógnita es si el Gobierno estará en condiciones de evitar que la ostensible aceleración inflacionaria tenga impacto directo en las paritarias. Las palabras de la propia Cristina Kirchner en su reunión con la cúpula de la Unión Industrial dejan en claro el intento por divorciar la suba de precios de los ajustes salariales. Pero, hasta el momento, es una batalla en la que el Gobierno viene llevando las de perder. En la negociación de los docentes -una clásica paritaria de referencia para el sector público y buena parte de los privados- hay fuerte dificultad por cerrar el acuerdo. El pedido de los maestros es de un 35% basado en la inflación "real" que perciben en las góndolas y miden los privados y los propios sindicatos. Aunque hay síntomas de que, con estos niveles de suba de precio, el centro de la discusión ya no sea la cifra en sí sino los tiempos en que se hará efectivo el pago. En diálogo con iProfesional, Carlos Melconian asegura que es probable que se planteen dos escenarios: "Si el acuerdo alcanzado es del 30 y pico por ciento, las negociaciones tendrán más chances de ser anuales. Si la cifra es de un 25% anual, se pactará a corto plazo". 

En tanto, la CGT de Hugo Moyano -que calcula su propio índice- asegura que en febrero la inflación fue del 4,65% y que "una familia tipo necesitó $6.818 al mes para no ser pobre", una cifra alejada de los $4.333 de salario mínimo ofrecido por el Ejecutivo a los docentes. Es una situación que le ha dado pie a los críticos del Gobierno -como Roberto Lavagna- para afirmar que los salarios serán la variable de ajuste en esta etapa de correcciones del "modelo". "El Gobierno está diciendo, sin ser explícito, que serán los trabajadores y los jubilados quienes paguen los errores", asegura Lavagna. Sobre lo que parece haber consenso es que, a la hora de las paritarias, la honestidad con que se manejen las estadísticas no parece ser un tema preponderante. "Si el número es elevado, los gremios van a tener un justificativo oficial para elevar su reclamo. Por el contrario, si la cifra dada a conocer es baja, entonces descreerán y pedirán más y el índice perderá credibilidad", asegura Sigaut Gravina, de Ecolatina. Es de los que cree que cualquiera sea el número que el Gobierno publique, "la gente percibe la inflación y sabe cómo están los precios".

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