Por JORGE SOSA/Editor general de El Cronista.- El llamado a la concertación y a poner límites a la protesta social fueron los datos llamativos del discurso. Como podía pronosticar más de un dirigente de la oposición antes del discurso en la Asamblea Legislativa, Cristina Kirchner no mencionó la palabra inflación, tampoco la seguridad, dos de los temas que más preocupan a los argentinos en estas horas.
Pero la Presidenta rompió a la vez el pronóstico de varios referentes del kirchnerismo que esperaban para hoy un mensaje polémico y acusatorio, fiel al estilo K, incluso con la esperanza de obtener alguna señal política para la sucesión en 2015. Fue ese punto otra notoria ausencia en sus palabras. En un giro político clave, Cristina optó por ensayar algunos gestos conciliadores hacia las fuerzas políticas y a la vez reestructurar la postura del Gobierno frente a las protestas sociales. Seguramente con el objetivo de allanar su tránsito hacia lo que le resta del mandato, en un escenario económico y social que ya no se parece al mejor momento de la era K, la Presidenta llamó a una concertación política. Sin dejar del todo de lado su estilo, Cristina pasó factura a gremios (especialmente el docente) y empresarios, con la vista puesta en las paritarias que ya iniciaron. Criticó a los fiscales. No perdió detalle de los gestos de los legisladores de la oposición mientras daba su discurso y les dedicó alguna chicana. Pero aún cuando se quejó de las empresas automotrices llamó a una mesa de negociación con el Congreso incluido.
Pero la Presidenta rompió a la vez el pronóstico de varios referentes del kirchnerismo que esperaban para hoy un mensaje polémico y acusatorio, fiel al estilo K, incluso con la esperanza de obtener alguna señal política para la sucesión en 2015. Fue ese punto otra notoria ausencia en sus palabras. En un giro político clave, Cristina optó por ensayar algunos gestos conciliadores hacia las fuerzas políticas y a la vez reestructurar la postura del Gobierno frente a las protestas sociales. Seguramente con el objetivo de allanar su tránsito hacia lo que le resta del mandato, en un escenario económico y social que ya no se parece al mejor momento de la era K, la Presidenta llamó a una concertación política. Sin dejar del todo de lado su estilo, Cristina pasó factura a gremios (especialmente el docente) y empresarios, con la vista puesta en las paritarias que ya iniciaron. Criticó a los fiscales. No perdió detalle de los gestos de los legisladores de la oposición mientras daba su discurso y les dedicó alguna chicana. Pero aún cuando se quejó de las empresas automotrices llamó a una mesa de negociación con el Congreso incluido.
“Con buenos modales”, advirtió después en el breve mensaje a la militancia, cuando los llamó a insistir con la campaña de “precios cuidados” frente a comerciantes y empresas.
Límite a los piquetes
En su versión 2014, la Presidenta terminó de borrar aquel axioma oficial de sumar piqueteros al Gobierno y de llamar a “no criminalizar la protesta social”. Propuso hoy al Congreso una ley para contener las marchas de protesta, mencionando incluso un diálogo con Mauricio Macri sobre la toma de terrenos en Lugano.
En señales que serán motivo de reservada decodificación estas horas entre los dirigentes de la oposición, Cristina destacó el perfil democrático de la UCR (con una autocrítica sobre su desdén peronista hacia a la democracia en su militancia juvenil, que quedará para el archivo) y resaltó la reciente elección del radical K Gerardo Zamora como titular provisional del Senado.
Habrá que ver cuántos de estos gestos pasan a la realidad de los papeles y cuánto está dispuesto el Gobierno a asumir que su realidad ha cambiado. Pero está claro, más allá de las palabras, que para Cristina hay algunas urgencias que atender en el corto plazo antes de seguir elaborando el 2015.
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