Por Carlos Tórtora/El Informador.-
Después del pase del intendente de Merlo Raúl Othacehé al massismo, CFK habría impartido instrucciones de iniciar una contraofensiva para recuperar terreno en el conurbano. Uno de los ejes de la estrategia del oficialismo pasa por un objetivo ambicioso: restarle protagonismo mediático a Sergio Massa pero sin aumentar las polémicas personales con Daniel Scioli. Los asesores de éste entenderían que la confrontación directa con el tigrense lo debilita y hace crecer a su rival.
Así es que en La Plata está avanzando un proyecto para instalar un Ministro de Seguridad altamente mediático que le arrebate las cámaras a Massa y encabece un show permanente, más espectacular que el que suele protagonizar Sergio Berni, algo desgastado ya por los escasos resultados de su gestión. A juicio de Scioli, hay un solo hombre para esta función y es Francisco de Narváez, cuyo segundo Guillermo Ferrari ya se incorporó como asesor del gobierno platense. En este punto, hay coincidencia en que los días de Alejandro Granados al frente de la cartera de seguridad están contados, ya que no sólo tiene dificultades serias para controlar al jefe de la bonaerense Hugo Matzkin sino que se demostró que no pudo contener la fuga de intendentes al massismo.
Ahora en Olivos analizan los pros y los contras de la operación De Narváez, que implicaría aceptar que el funcionario con perfil más alto de la provincia luego del gobernador sea el dirigente que venció a Néstor Kirchner en el 2009. En fuentes cercanas al empresario se menciona que él estaría dispuesto a aceptar el desafío si esto le permite recolocarse en la carrera para la gobernación en el 2015, terreno en el que compite con figuras como Julián Domínguez y Florencio Randazzo. Doblegado cómodamente por Massa en las primarias de agosto y las generales de octubre, De Narváez buscaría además tomarse su revancha intentando frenar el crecimiento del Frente Renovador.
Un nuevo gobernador estrella
En otro orden de cosas, también ser habla en Olivos sobre la necesidad de proyectar un gobernador presidenciable y que tenga ascendiente sobre el grupo de mandatarios provinciales. Esto obviamente tiene relación con el deterioro de la figura de Jorge Capitanich y la disminución de las expectativas sobre el entrerriano Sergio Urribarri. El elegido sería José Luis Gioja, que suma a sus méritos de conciliador la simpatía que genera el haber sobrevivido a un gravísimo accidente al caerse el helicóptero.
Gioja no tiene malas relaciones con Scioli ni tampoco con José Manuel de la Sota. Para algunos hombres claves del gobierno, como Carlos Zannini, Gioja reuniría el perfil ideal para suceder a Scioli en la presidencia del PJ nacional, tema que todavía está lejos de definirse. Por otra parte, el sanjuanino reúne otra virtud: no es atacado por los antikirchneristas, lo que le genera un espacio político que pocos tienen.
