Moyano viene de una fracasada alianza electoral con Francisco de Narváez que, con el 5% de los votos, apenas le permitió obtener un diputado nacional. Barrionuevo se mueve en la segunda fila del massismo pero sólo consigue que su mujer, Graciela Camaño, tenga cierta representación del grupo. No es un secreto que el líder gastronómico es el portavoz de una línea dura en materia de paritarias que parte de reclamar no menos del 30%, ante un gobierno que soñó con topes del 18%. Con los índices inflacionarios de diciembre y enero, la tesis del 30% se impone sola. La oleada de aumentos a las fuerzas policiales provinciales encendió una hoguera ahora difícil de apagar.
El caso es que más de un economista alerta sobre la posibilidad de un mini-rodrigazo si la presión salarial escala violentamente y la inflación responde igual, acompañada por la escalada del dólar.
Un paso fatal
El caso es que el massismo -y menos aún el sciolismo- no tienen la menor intención de quedar ligados a un triunfo pírrico del sindicalismo ante el gobierno, que equivaldría a hacer saltar por el aire la mayor parte de las variables económicas. Tanto Scioli, como Massa y Mauricio Macri se preparan para sacar provecho del probable fracaso de la era Kicillof. Pero asociarse como autores de la ofensiva a los sindicalistas los descolocaría electoralmente. El recalentamiento del dólar blue en los últimos días aumentó estos temores. “Nosotros estamos para cosechar los resultados políticos de una eventual crisis pero no para precipitarla”, blanqueó un allegado a Massa. Por otra parte, la presión salarial de los empleados públicos municipales y provinciales es parte fundamental del problema. Respaldando directamente la ofensiva sindical, sobre todo Scioli estaría alentando un tembladeral en su propia administración.
A los sindicalistas les toca jugar ahora solos, con la fuerza que les da la erosión de la inflación sobre los sueldos. Pero el cuadro no da ni remotamente para un programa de acción común con el peronismo no kirchnerista. Una jugada que sólo serviría para alimentar al frente de centro izquierda, que luce como alternativa cívica con todos los clichés del antiperonismo.
