Por CONTEXTO NACIONAL.-
Obligó a las cadenas de electrodomésticos a vender la mercadería a precios muy bajos que fijó el gobierno, para combatir la inflación.
De todo. La gente sale de los negocios ocupados en Caracas con productos comprados a precios de regalo. | Ampliar imagen
Hasta los militares cargaban en sus motos de patrulla televisores LED.
Los otros saqueadores se contentaban con llevar caminando en brazos las cajas de aparatos electrónicos que habían podido arrebatar en medio del tumulto de la sucursal de la tienda Daka en Valencia a dos horas de auto de Caracas.
El violento episodio se produjo inmediatamente después que el presidente venezolano Nicolás Maduro ordenó la “ocupación” de esa cadena de electrodomésticos bajo el cargo de usura. “He ordenado la ocupación de esa red de tiendas y sacar los productos a la venta al pueblo a precios justos, que no quede nada en los anaqueles, que no quede nada en los almacenes”, dijo el mandatario para explicar la medida que incluyó el arresto de los gerentes de la firma.
Mientras en Caracas se formaron grandes filas de gente atraída por la posibilidad de comprar equipos electrónicos a precios de ganga fijados por el gobierno, en Valencia el público entendió que ni siquiera había que pagar sino directamente tomar la mercadería. Es un efecto de los discursos incendiarios contra los empresarios que el gobierno ha redoblado debido a una escalada inflacionaria y la mala perspectiva oficialista para las elecciones municipales del 8 de diciembre.
La Daka de Valencia fue desvalijada en menos de dos horas ante la mirada complaciente de las autoridades.
El peligro de saqueo en Caracas fue diluido por la policía. La teatral acción de Maduro puso felices a los venezolanos que pudieron acceder a productos en general de alto precio.
Las colas en todas las tiendas de los electrodomésticos fueron kilométricas como ha sucedido en los días previos a una devaluación.
Bajo la amenaza de la confiscación de la mercancía en las áreas de calzado, textiles y electrodomésticos, los comerciantes tuvieron que resignarse a mostrar sus libros contables a los funcionarios uniformados. La acción de Maduro fue parte de su campaña para aplacar la presunta “guerra económica” a la que atribuye los problemas notables que tiene la economía de unos de los países con mayores reservas de petróleo del mundo.
“Vamos a peinar todo el territorio nacional en los próximos días.
Se debe acabar el robo contra el pueblo. Le pido apoyo a Venezuela, esto lo estamos haciendo por el bien del pueblo”, ha proclamado Maduro, en una comparecencia televisada por el canal estatal desde el estado de Anzoátegui, en el este del país.
El control de los precios y los comités de empresa, junto con la creación un órgano de supervisión de la política cambiaria, son los ejes sobre los que Maduro ha articulado su ofensiva contra el alza del costo de vida y el desabastecimiento. Además de Daka, las tiendas Pablo Electrónica, JVC y otras de electrónicos han sido objeto de la intervención por parte del gobierno. Los ministros y presidentes se muestran satisfechos del logro y lo exhiben como victorias.
“Todo aquel empresario o comerciante que esté violando las leyes y que esté robando al pueblo, más temprano que tarde le llegará la Ley, le llegará el Estado”, dijo el presidente.
Con la inflación por encima del 5,1 por ciento en octubre, su máximo en seis años, los precios han subido más de un 54 por ciento en apenas un año, lo que supone uno de los índices más altos del mundo. Pero el gobierno niega que sea debido a sus políticas de cepo de las divisas, el excesivo gasto público o por el déficit fiscal de dos dígitos.
La oposición ha exigido a Maduro a que diga cómo va a aumentar la producción con unas medidas que solo buscan el impacto propagandístico. En un reciente mensaje, anunció disposiciones para un mayor control de la economía, lo que indicó la victoria del sector más rígido del gabinete, renuente a cualquier cambio que permita obtener inversiones o frenar la pérdida de dólares. La divisa en el paralelo cotiza nueve veces por encima de la oficial: de 6,3 bolívares a cerca de 50 bolívares.