HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

sábado, 5 de noviembre de 2011

LA DESCOMPOSICIÓN DEL PROGRESISMO KIRCHNERISTA

DIARIO registrado publicó:

Verbitsky y Caparrós se cruzaron duro en medios europeos.

La revista italiana Internazionale fue el terreno en el cual Horacio Verbitsky y Martín Caparrós se cruzaron con varios artículos a favor y en contra del kirchnerismo y del gobierno nacional.

Según relata Caparrós en el blog que administra en el diario español el país, “todo empezó hace tres semanas, cuando la gente de Internazionale, una de las revistas más prestigiosas de Italia, me pidió un análisis breve de los años kirchneristas para un número en el que habría varias notas sobre Argentina –en elecciones. Lo preparé y lo titulé Kirchnerismo para dummies futuros. La editora italiana, prudente, me dijo que el título era malo pero incomprensible y lo cambió por El hambre y las mentiras de una década”.

En ese análisis, el escritor y periodista comienza afirmando: “Dentro de cien años, cuando ninguno de nosotros sea, cuando el mundo sea otro, los manuales de historia argentina –si es que sigue habiendo manuales, si sigue habiendo historia, si Argentina– incluirán, seguramente, diez o doce líneas sobre ‘la década de los doctores Kirchner’. Esas líneas empezarán por sorprenderse ante el tribalismo arcaizante de una esposa sucediendo a su esposo; dirán quizá que fue el apogeo de lo que alguien llamó la ‘política de la sangre’, ese período en que, a falta de ideas y proyectos que cohesionaran a sus militantes, los únicos vínculos firmes eran los del parentesco: ese retorno a las formas dinásticas”.

Caparrós dice además que “el manual sin duda recordará que los doctores Kirchner llegaron al poder a la salida de una crisis –como casi todos los gobiernos argentinos– y que, inteligentemente, supieron escuchar sus gritos y desactivarlos: quitarles su potencial de verdadero cambio. Y que para adaptarse a los nuevos tiempos cambiaron su discurso privatizador de los noventas por uno levemente estatista, y cambiaron su desdén anterior de los derechos humanos por su reivindicación insistente. Y entonces quizá diga –es improbable, impropio de un manual, pero quién sabe– que los doctores usaron esos derechos humanos y la memoria mistificada de ciertas luchas setentistas para legitimar a un gobierno cuyo acción no tenía ninguna relación con esas ideas revolucionarias”.

El “manual” de Caparrós indicará también que “el kirchnerismo fue un ejemplo infrecuente y fecundo de ‘épica posibilista’ o ‘posibilismo épico’: que pocos movimientos políticos han sabido combinar tan bien la declamación de que son portadores de cambios decisivos con la justificación de que en realidad no pueden cambiar mucho porque bueno, así están las cosas, esto es muy complicado, miren de dónde veníamos”.

“Para terminar, el manual subrayará lo que fue, junto con la recuperación de parte del Estado, lo más importante del período: el remate de la reconversión de la Argentina en un país agroexportador, que tantos problemas le traería más adelante. O, dicho de otro modo: la vuelta de la Argentina a su forma del año 1910, antes de que le dieran las veleidades industriales”, sostiene el autor de La Voluntad.

Y concluye su artículo señalando: “Entonces terminará por preguntarse cómo fue que un gobierno que insistía tanto en que estaba “redistribuyendo la riqueza” fracasó justamente en ese punto: por qué llegó a los diez años de poder en un país enriquecido por las exportaciones y, sin embargo, a fines de su ciclo todavía quedaban en la Argentina diez millones de pobres, más que en los peores años del peor neoliberalismo menemista. O, si se pusieran dramáticos, cosa que un manual en general no hace: que cómo fue posible que en un país que producía tantos alimentos siguiera habiendo personas que se morían –literalmente– de hambre. En el manual estará la respuesta; en este artículo, la pregunta basta”.

La réplica de Horacio Verbitsky no se hizo esperar: afirma en su nota en Internazionale que el artículo de Caparrós “es un conjunto de falsedades contra el proceso político más innovador que se haya verificado en la Argentina en los últimos cincuenta años” y que “Caparrós manifiesta su posición elitista con comentarios llenos de aristocrático desprecio hacia los electores. Hace dos semanas definió a la población indígena como ‘una especie protegida con el apoyo de la comunidad internacional, de las organizaciones no gubernamentales, de programas internacionales y de los medios’”.

Para el Perro, “la presunta indiferencia de los Kirchner hacia los derechos humanos es sólo una proyección de lo que hace él, personaje emblemático de la izquierda de salón. Miembro como yo de la guerrilla peronista, después del exilio Caparrós publicó varios libros que exaltaban la militancia de los años setenta. Esta conducta duró hasta el 2003, cuando Néstor Kirchner, elegido presidente, reivindicó a esta generación pero no los métodos de la lucha armada, e hizo suyos los reclamos de memoria, verdad y justicia de las organizaciones que defienden los derechos humanos. Ahora que toda la sociedad argentina ha abrazado esta causa –doscientos militares han sido condenados y en los tribunales se habla sin eufemismos de la militancia de las víctimas– Caparrós se declara ‘harto de los años setenta’, con la indignación del dueño de casa que ve un intruso en su bello jardín”.

“La banalidad del pensamiento de Caparrós –prosigue Verbitsky- resulta evidente cuando escribe que “el fracaso de los grupos kirchneristas” en las elecciones estudiantiles de la Universidad de Buenos Aires ha revelado que los jóvenes no se identifican con Kirchner. Según el último censo de la población, en Argentina viven 11,3 millones de jóvenes entre los 17 y 34 años. En la Universidad de Buenos Aires los estudiantes de esta franja etaria son 300.000. Este 2,65 por ciento de la población pertenece a las clases más ricas de la población. Después de haber citado tantos años a Marx, Caparrós todavía no aprendió a sacar las conclusiones justas”.

Para el periodista, “Caparrós concluye que los Kirchner dejaron a la Argentina más pobre que el neoliberalismo de Menem. No es cierto. La pobreza ha sido reducida del 54 al 21 por ciento y la indigencia del 27 al 6 por ciento, según los datos de los institutos estadísticos provinciales. Ambos valores bajaron a los niveles de los años ochenta, igual que la desigualdad. En esta incesante marcha atrás todavía no llegamos a los años setenta, antes del golpe de 1976, cuando la desocupación y la pobreza estaban por debajo del 5 por ciento. Esta es la tarea por la cual 54 argentinos sobre 100 confiaron a Cristina Fernández el nuevo mandato que fastidia a los que son como Caparrós”.

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