CÓMO GANAR AMIGOS
POR JORGE RAVENTOS
Hoy, domingo, la señora de Kirchner emprende vuelo oficial hacia España, donde asistirá a la VI Cumbre Unión Europea, América Latina y el Caribe y participará de negociaciones entre la UE y el Mercosur, cuya Presidencia pro tempore ella ejerce por unas semanas más.
En rigor, el viaje no parece demasiado coordinado con las acciones de su gobierno. Las restricciones a la importación que ha impuesto (de palabra, como en otras ocasiones) el Secretario de Comercio, Guillermo Moreno, ya provocaron, en vísperas del vuelo de la dama, protestas de los países de la Unión Europea. Y también de los socios del Mercosur, empezando por el mayor, Brasil.
Las tensiones comerciales se agregan a las que Argentina ya mantiene con China (trabas a la importación de zapatos y tubos de acero de la República Popular determinaron, como apenas disimulada represalia de Beijing, el freno total al ingreso a China de aceite de soja; en 2009 Argentina vendió a China casi dos millones de toneladas de ese aceite, por valor de 1,400 millones de dólares).
Desde su privilegiado mirador, el Secretario de Comercio, que supo trabar la exportación de carnes con el objetivo (lamentablemente malogrado) de evitar que su precio aumentara en el mercado doméstico, ha ponderado ahora la necesidad de evitar que se vendan en país alimentos y otros productos de origen extranjero "que se producen en la Argentina". Para eso, no autoriza certificados para el ingreso de alimentos que el país habitualmente importa. Al parecer, Moreno cuenta con el respaldo fervoroso del ex Presidente, Néstor Kirchner, y ha sido avalado también por la esposa de éste, que ratificó esa política ante la conducción de la CGT.
¿Habrán evaluado las consecuencias de esas medidas? El Gobierno nunca se arredró por el aislamiento internacional y siempre que actuó en ese terreno lo hizo con algún objetivo de política interna. En este caso, a los observadores les cuesta ver cuál puede ser el rédito interno buscado. Argentina exporta alimentos y bebidas por 12.000 millones de dólares al año en productos procesados, e importa por 900 millones, según la COPAL, la entidad que agrupa a las industrias alimentarias. Las importaciones de alimentos no tienen peso suficiente como para incidir decisivamente en los grandes números del comercio exterior, pero las medidas ya impulsadas por Moreno están provocando desabastecimiento en algunos rubros (y no sólo en los que atienden a mercados elitistas).
Los europeos, anoticiados de las restricciones, advirtieron que "tales restricciones, de concretarse, serían incompatibles con la normativa de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y con los compromisos adquiridos por Argentina en el marco del G-20". Exhortaron al Gobierno de la señora de Kirchner "a no implementar las medidas anunciadas" y ella volverá a escuchar estas objeciones durante su estadía en España.
En el vecindario sudamericano, las quejas no fueron menos audibles. Las medidas conversadas por Moreno afectan a paraguayos y a uruguayos y, en mayor medida, a Brasil. Uruguay colocó en Argentina poco más de 8 millones de dólares en alimentos durante 2009. Brasil, en cambio, colocó en el mismo rubro mercancías por unos 500 millones de dólares.
Las trabas argentinas tienden a fortalecer la corriente Mercosur-escéptica que crece en la burguesía industrial brasilera y que se expresa, políticamente, en las objeciones sobre el bloque expresadas por José Serra, el candidato presidencial que, hasta el momento, prevalece en las encuestas. Un mes atrás, Serra definía al Mercosur como "una farsa" y "un obstáculo". Ahora plantea la necesidad de "flexibilizar el bloque". Es obvio que las restricciones al comercio alentadas por el gobierno K tienden a confirmar las mayores objeciones del socio brasilero. En ese sentido, la reacción del país vecino se hizo oir a coro. El Canciller de Lula, Celso Amorim, instruyó a la Embajada de su país en Buenos Aires a manifestar la "preocupación" de su país ante la perspectiva de la aplicación de barreras comerciales. Y la candidata oficialista a la Presidencia, Dilma Rousseff, planteó que "una medida tan agresiva como esta contra Brasil tiene que ser respondida y el primer paso es tener una posición firme, muy fuerte". La candidata de Lula Da Silva puntualizó que "por la OMC y por el Mercosur existe la posibilidad de tomar represalias".
Rodeada por estos socios y por los anfitriones europeos, la señora de Kirchner deberá cargar la mochila de esos antecedentes y parecer creíble ante una agenda que plantea la negociación de un acuerdo de libre comercio "comprensivo y equilibrado" entre el Mercosur y la Unión Europea. Esa negociación se encuentra estancado desde principios de siglo. Con ese antecdente y estas realidades, todo hace suponer que las actuales conversaciones no superarán el nivel de te y simpatía.
El empeñamiento protocolar de la señora de Kirchner y su jerarquía pro tempore en estas reuniones no deberían prestarse a confusión: el país se encuentra internacionalmente extraviado y enfrentado con actores protagónicos del comercio regional y mundial.
La lógica del gobierno y su discurso apuntan exclusivamente al público interno y a la creación de la atmósfera de la escena final. Las figuras estelares y excluyentes del Gobierno aspiran a que el epílogo de una gestión que ya supera los seis años no esté signado (como ominosamente sugieren versiones, investigaciones periodísticas y, lo que es más inquietante, pesquisas y medidas judiciales) por escándalos y denuncias sobre negocios venezolanos, remedios adulterados y "capitalismo de amigos", sino por un relato más benigno, con algunos brochazos épicos y con una red de respaldos que supere el 20 por ciento que hoy le conceden las encuestas. Se trata de objetivos más acotados que los que se planteaban hace algunos meses, cuando hasta muchos de sus rivales creían realista un ciclo kirchnerista de cuatro mandatos. Ahora el realismo se ha vuelto un poco más severo y las quimeras oficiales bastante más resignadas. Por ahora, el oficialismo retiene fuerzas suficientes para conseguir que sólo haya procesados en la periferia de sus amistades y que empiece a haberlos entre sus adversarios más importantes. Se verá lo que depara el futuro próximo.
Jorge Raventos
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