INFLACIÓN, SÍNTOMA DE INESTABILIDAD.
Por Alberto Breinlinger (*)
Especial para Hoy
El fenómeno inflacionario en la teoría tiene diferentes explicaciones. Sin embargo en la práctica, en cada nación, además de los factores que impulsan el alza constante de precios, existen otras causas que se corresponden con cuestiones culturales, de la historia, que inclusive a veces tienen mayor gravitación que las causales económicas.
La inflación dejó de ser un grave problema para la mayoría de los países emergentes en los últimos 15 años con excepción de nuestro país, en el que salvo pocos períodos de estabilidad el crecimiento de los precios resultó ser un factor de distorsión para el funcionamiento de una economía en expansión, con inversiones, y con un objetivo de alcanzar el equilibrio social, es decir que todos los habitantes tengan un vida digna. Es decir vivienda, alimentación, educación, salud y esparcimiento. Así nos encontramos en la actualidad, casi al finalizar el primer trimestre el año, con una expectativa de inflación del orden de entre el 20% y el 25%, a pesar de que los pronósticos de crecimiento alcanzan cifras de hasta el 6%. La primera razón de ésta perspectiva inflacionaria se encuentra en la ausencia de expectativas favorables, y de la ausencia de un clima de negocios positivo para incrementar la productividad, es decir invertir para producir más y a menor costo. Se mantiene el mismo aparato productivo de hace 4 décadas promedio. La ausencia de reglas claras en lo que hace a políticas económicas a mediano y largo plazo agravado por la incesante, creciente y alarmante método de imponer todo tipo de medidas en el día a día constituye sin lugar a dudas otro factor de inestabilidad que genera inflación. Un tercer agente que impulsa el crecimiento de los precios está dada por políticas industriales y agropecuarias que estimulen la inversión, y que éstas se encuentren orientadas hacia el incremento de bienes para el mercado interno. El caso de los productos cárnicos es un ejemplo, la disminución del stock ganadero de un 12%, consecuencia de la expansión de la soja y de la ausencia total de políticas de estimulo para el sector, terminó generando un incremento en el precio de la carne y sustitutos, preanunciada por todos los sectores de la cadena de producción. Así entonces, el Gobierno debería en la actual coyuntura convocar a una mesa de diálogo para generar confianza y establecer reglas de juego claras. Los empresarios y los trabajadores deben ser los principales protagonistas. El resultado debe ser el de generar un clima de certidumbre para los próximos meses. Lo importante es que esta concertación de ninguna manera debe poner límites ni establecer regulaciones que impidan el pleno desarrollo de las fuerzas productivas. El principal objetivo es el de expandir la producción, la productividad, la inversión y el salario, para lo cual el Estado debe utilizar todas las herramientas de crédito, impositivas y cambiarias para modificar las negativas expectativas que actualmente impulsan por sobre un nivel razonable el crecimiento de los precios.
(*) Licenciado en Economía
FUENTE: DIARIO HOY
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