Invitación del cardenal Rigali ante el Domingo por el Respeto a la Vida
WASHINGTON, D.C., viernes 2 de octubre de 2009 (ZENIT.org).- El presidente de la comisión provida de la conferencia de obispos de los Estados Unidos ha invitado a dedicar un día a un niño y aprender las lecciones que Dios ofrece a través de él. El cardenal Justin Rigali de Philadelphia (Pennsylvania) realizó esta propuesta en un comunicado publicado con motivo del Domingo por el Respeto a la Vida, que se celebra este fin de semana. La celebración del 4 de octubre tiene como tema “Cada niño nos ofrece una sonrisa de Dios”. El cardenal se refirió al debate actual sobre la reforma sanitaria en Estados Unidos, y a otros temas importantes relacionados con el respeto a la vida. Destacó, por ejemplo, que “una parte de los americanos cree que sólo vale la pena proteger las vidas y la salud de algunas personas”, una actitud que calificó como “deplorable”. “A pesar de la oposición del 67% de los americanos al impuesto para financiar el aborto”, indicó, “todas las propuestas sobre cuidado de la salud consideradas en el Congreso permitirían o establecerían la financiación del aborto”. “El aborto –el asesinato directo e intencionado de un niño o niña no nacido- no es cuidado de la salud”, argumentó. El cardenal denunció el punto de vista de los defensores del control demográfico y de algunos ecologistas que plantean “el abandono, e incluso la muerte, de algunas personas” como “una solución a los crecientes costes del cuidado de la salud”.
Antídoto
“La muerte no es la solución a los problemas de la vida –destacó-. Sólo quien está ciego para ver la realidad trascendente y el significado de la vida humana podría apoyar el asesinato de seres humanos para mitigar los problemas económicos, sociales o medioambientales”, afirmó. El cardenal continuó: “El antídoto a este tipo de miopía es recuperar el reconocimiento de la santidad y la dignidad de cada ser humano único”. El purpurado invitó a pasar un día con un niño pequeño para descubrir la “fuente de alegría y de risas” y la capacidad de “saltar audazmente con la imaginación, explorar con curiosidad e incluso hacer llamamientos razonados –aunque a veces egoístas- a la justicia”. El cardenal afirmó: “Los niños se deleitan en la creación de Dios y quieren a sus familias incondicionalmente”. “Dios dio a todo ser humano esas maravillosas aptitudes, y los niños nos pueden ayudar a recuperarlas y valorarlas de nuevo”, aseguró. También denunció la actual “hostilidad cultural hacia los niños” y destacó que “eliminar a nuestros jóvenes no resuelve los problemas”, sino que los aumenta. “Los niños –concluyó- y aquellos que dependen de nosotros debido a alguna incapacidad o a la edad, nos ofrecen la oportunidad de crecer en la paciencia, la bondad y el amor”.