La Pastoral Social del obispado de Neuquén, hizo público un comunicado, firmado por el presbítero Rubén Capitanio, con el que se adhiere a la Jornada Internacional para la eliminación de la pobreza, que se celebra mañana, sábado 17 de octubre. “Unidos a nuestro P. Obispo Marcelo Melani -dice el comunicado-, a nuestros hermanos y hermanas que hacemos nuestro este deber sagrado, y junto a todos los que con corazón bueno sienten como propio el sufrimiento de las víctimas de la pobreza, queremos renovar nuestro compromiso de seguir haciendo todo lo posible para que la exclusión de tantos y la negación de derechos fundamentales como salud, educación, tierra, vivienda, trabajo, etc. sean enfrentadas con toda la fuerza de una verdadera solidaridad”.
El texto del comunicado dice:
“El próximo sábado 17 de octubre se celebra la Jornada Internacional para la Eliminación de la Pobreza, establecida por las Naciones Unidas en 1992. “Esta Jornada nació por iniciativa de un sacerdote católico, Joseph Wresinski, quien el 17 de octubre de 1987 colocó en el frente del Trocadero, en París, una piedra con la siguiente inscripción: "Allí donde haya hombres condenados a vivir en la miseria, se violan los derechos humanos. Unirse para hacerlos respetar es un deber sagrado" “Esta misma inscripción se colocó tiempo después en la basílica de San Juan de Letrán, la catedral del Papa, en Roma. Y a ella se le agregaron las palabras de Juan Pablo II: ‘Nunca más discriminaciones, exclusiones, opresiones, desprecio de los pobres y de los últimos’. “Al conmemorarse este próximo sábado una nueva Jornada Internacional para la Eliminación de la Pobreza -unidos a nuestro P. Obispo Marcelo Melani, a nuestros hermanos y hermanas que hacemos nuestro ‘este deber sagrado’, y junto a todos los que con corazón bueno sienten como propio el sufrimiento de las víctimas de la pobreza, queremos renovar nuestro compromiso de seguir haciendo todo lo posible para que la exclusión de tantos y la negación de derechos fundamentales como salud, educación, tierra, vivienda, trabajo, etc. sean enfrentadas con toda la fuerza de una verdadera solidaridad. “Reclamamos que el Estado deje de estar ausente y renuncie a las excusas habituales que siempre promete hacer mañana cuando su deber es actuar hoy; asumiendo el deber indelegable que le corresponde de canalizar, a través de sus poderes, la urgente e imprescindible redistribución de la riqueza, a fin de evitar -más temprano que tarde- la explosión social que tarde o temprano, toda injusticia social acarrea. Porque entonces no serán responsables de la misma los que exploten, sino los que no hicieron lo necesario para evitarla. “Si sumamos esfuerzo y compromiso. Si dejamos de lado indiferencias e intereses sectoriales. Si ponemos por encima de cualquier valor al ser humano. Si miramos a los demás con corazón de hermano por el sólo hecho de ser personas: estaremos construyendo ese “Nunca más” que clamaba Juan Pablo II.(AICA)