HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

jueves, 20 de agosto de 2009

EN EL PAÍS DE LOS CIEGOS, NÉSTOR SE LAS REBUSCA BASTANTE.

Hasta le sirvieron en bandeja el inusual desplante del Lole Reuteman a Eduardo Duhalde y además, la sorpresiva aparición en el firmamento de la nueva estrella neokirchnerista, Roxana Latorre. Atento a las desventajas contrarias, Kirchner, como Menem en su momento, tiene la astucia y la velocidad de los tiburones. Siempre hambrientos, insomnes y en permanente movimiento, estos depredadores de los mares, no pueden parar de buscar presas. Más allá de toda comparación excesiva, que suele construirse a sí misma como una adicción momentánea a la cual alimentar y justificar, vamos a afirmar que en Néstor una parte es real y la otra, actuación. Porque un poco, posa de tiburón desalmado, aunque cada vez le sale peor. Ostensiblemente sobreactúa, porque le ha dado resultado. Pero lo que es cierto, es que no hay nada ni nadie que lo supere. En su terreno, ni hablar. Desde una superioridad de objetivos y autoridad política, tampoco. No es tanto, quizás su capacidad e inteligencia, como la mediocridad y chatura reinante. Todas las semanas o cada quince días, él sabe que tiene que generar una novedad política importante. El ha construido esa rutina, la necesita, le ha servido, pero también es prisionero de ella, lo carcome y en más de una oportunidad le hizo dar los dientes contra el frío y duro mármol. Así como no ha aparecido con claridad el cristiano que le ponga el cascabel, todas sus derrotas se explican mayormente por el abuso de esta secuencia digna de un “demonio de Tasmania” y por él construida. Nos ha tocado verificar en forma recurrente, un supuesto fenómeno de la política argentina. Mismas personas nos han planteado en su momento y con total deslumbramiento, “Alfonsín es un mago”. Luego “Menem es un mago” y ahora, lo mismo con los Kirchner. La aridez de la época es sorprendida e interrumpida por los fuegos artificiales de los “magos” en boga. Lo que hace falta en la Argentina, son menos magos y mejores dirigentes.

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