Los excesivamente tibios y sospechados esbozos de una concertación nacional, convocados y reconvocados por el gobierno nacional, no alcanzan para disimular el desgobierno que padece abruptamente la Argentina en todo su esplendor. Durante los años fáciles del llamado “viento de cola”, los Kirchner fueron ayudados excesivamente por las inmejorables condiciones exportables de materia prima alimentaria de personas y sobre todo de animales, que la argentina entre otros beneficiarios tuvo como prolongado premio a ninguna política y gestión. Esas condiciones ayudaron a los Kirchner circunstancialmente, pero ellos no ayudaron a las circunstancias. Se podría decir que no pudieron o no supieron. Nos inclinamos a pensar que solo les interesaba el usufructo personal y sectario de unas condiciones internacionales excepcionales pero no eternas. Ellos no solamente creyeron que todo era indefinido, su inexistente previsión económica y política se transformó en una multiplicidad de conflictos que las confirman plenamente, también se fueron convenciendo que además habían sido ellos mismos los padres de la criatura. Lo creyeron o intentaron hacérselo creer a las multitudes con ansias de salir del prolongado atolladero a que nos acostumbraron desde hace treinta y pico de años. Después de la derrota electoral, que de publicarse el escrutinio definitivo se vería que los márgenes del voto “no positivo” son aún mayores que los brindados oficialmente y de manera provisoria, han anunciado una serie de promesas de equilibrio y conducción concertada o dialogada. El problema grave es que no tienen políticas serias desarrolladas ni proyecto serio que las contenga y que no sea un mero discurso cambiante según el ocasional auditorio. Y ahora todo el plan pareciera que consiste y se encaminara precipitadamente hacia una precaria supervivencia. El contender en forma permanente fue el método elegido para ocultar esta ausencia de políticas. Ahora que la presión política les impide, a ambos Kirchner, contender a sus anchas, han quedado expuestos en su orfandad de plan, ideas y hechos. Por eso inmediatamente después de las perdidosas elecciones intentaron un reflotamiento de emergencia de la insidiosa y desvirtuada política de derechos humanos que tanto rédito aparente les dio en el pasado inmediato. Todo lo que hacen ahora, en una sucesión de reemplazos ministeriales y tardío pase de facturas, tiene el color y el aroma de lo inconducente. En el Tedeum de Tucumán, Cristina ensayó su mejor cara angelical y devota que luego acompañó con un falaz mea culpa y un displicente llamado al diálogo. Es indisimulable la emergencia personal de la sociedad presidencial y parece que se le han agotado todos los artificios. Lamentamos comprobar que la inmensa mayoría de los convocados al diálogo, son meros espejos que se proyectarían a un futuro parecido. Salvo honrosas e importantes excepciones.
HANNAH ARENDT
En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".
martes, 21 de julio de 2009
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