Por Ricardo Roa/Clarín.-
Seguramente Gils Carbó sabía ayer que hoy le llegaría la noche. O más precisamente que el fiscal Taiano iba a pedirle al juez Ercolini que la indague por corrupción en la compra de la nueva sede de la Procuración.
Sólo así se entiende que ante el periodista Sietecase de radio Con Vos haya adelantado los argumentos de su defensa. ¿Y qué dijo básicamente? Dijo que hubo “irregularidades” y que por eso separó a uno de sus colaboradores. Y dijo algo más: “que no hubo posibilidad de que yo tuviera conocimiento del hecho” y que “todo el trámite lo hicieron funcionarios de la Procuración”.
Si todo lo que dice que es cierto fuera cierto no habría motivo para que un fiscal que depende de ella pida su indagatoria.
Tampoco para que Gils Carbó se adelantara a decir como dijo que “se está intentando crear una sospecha de corrupción” en su contra para “justificar” su desplazamiento.
Lo cierto es que apenas asumió, Gils Carbó dio sorpresivamente de baja la compra de un edificio que había sido licitada y preadjudicada. Que se apuró a designar a Guillermo Bellingi como mano derecha con el cargo de coordinador. Y que de inmediato Bellingi armó una nueva licitación a la medida de la empresa Bemberg, vendedora de la sede en la que hoy funciona la Procuración. Bellingi es el colaborador que ella desplazó.
¿Qué está probado? Que toda la operación fue una operación amañada y que tanto la vendedora como la inmobiliaria conocían la licitación antes de que se publicara en el Boletín Oficial. También está probado que hubo un gestor que cobró una coima y que ese gestor es medio hermano de Bellingi. Bellingi y el hermano son íntimos de Aníbal Fernández.
¿Es posible que ella desconociera esto? Justamente ella, que es la jefa de los fiscales y que está curtida en las entretelas de negociados y necesariamente entrenada para sospechar. ¿Se le pasó todo delante de los ojos? Gils Carbó sí sabe que Ercolini es de los jueces que cuando indagan piensan en procesar.
Todo está muy cerca de la feria judicial que empezará el viernes y cerca de que en agosto Gils Carbó cumpla cinco años como procuradora y pueda acceder a la jubilación que quiere y le corresponde por este cargo. Mientras Gils Carbó parece esperar el suyo, su amigo De Vido sigue acumulando procesamientos.
Esta vez le tocó por los subsidios a los colectivos o si se prefiere llamarlo como lo que fue corrupción con plata del Estado. Mucha plata: sólo en 2004 fueron unos 3.000 millones de dólares al tipo de cambio oficial. Cifras como ésta permiten entender por qué el juez Bonadio le impuso un embargo de $ 1.000 millones.
¿Y cuál es la defensa de De Vido? Parecida a la que usaban capomafias en El Padrino. Sin nombrarlos habló de los Kirchner y de Macri. Dijo: “lo que hice fue aplicar una política que nos daba el Poder Ejecutivo”. O sea, los Kirchner. Y también dijo: “Que el Gobierno siga jodiendo y yo voy a dar a conocer las cuentas”. Todos entendieron ahora que tiene datos que salpican al macrismo. Lo menos que se puede decir es que De Vido está admitiendo que estuvo metido en la corrupción.
El kirchnerismo ha dado para todo. Ha dado para que el ex militante comunista y hace tiempo militante cristinista Sabbatella haya sido procesado y embargado por el mismo juez que por ahora no ve necesario procesar a De Vido por Río Turbio. Como jefe de AFSCA repartía subsidios entre militantes de su partido Nuevo Encuentro. Son unos cuantos a los que la noche amenaza con venírsele encima.