Por Guillermo Cherashny/El Informador.-
El domingo a la mañana, con el pronóstico confirmado de que llovería intensamente, que esto provocaría grandes inundaciones y que ella se vería obligada a visitar las zonas anegadas, la presidente habría optado por internarse. Es que, teniendo ella que poner la cara, la crítica se iba a centralizar en la falta de obras de infraestructura por parte del gobierno nacional. Esto ocurrió en abril del año pasado en La Plata, cuando Cristina se presentó entre los inundados y fue criticada por los vecinos. Esta incómoda situación hizo que aprovechara una fiebre para hacerse internar en principio para un chequeo de un día.
Motivos de sobra
Ayer por la mañana se conoció finalmente que postergaba la teleconferencia con Michele Bachelet y el Papa Francisco, aprovechando para estar internada varios días y de este modo esperar que bajen las aguas, se terminen las inundaciones y que el pato lo pague Daniel Scioli como gobernador de Buenos Aires. Es sabido que la presidente es fanática de las teleconferencias, pero para evadir su responsabilidad primaria en la falta de obras hidráulicas optó por esconderse en el sanatorio Otamendi, imitando la conducta de su fallecido marido, que durante las grandes marchas lideradas por Juan Carlos Blumberg o las protestas por Cromañón optaba por irse al sur. Esto no quita que las continuas faringitis que la aquejan frecuentemente sean buen motivo para una fiebre infecciosa. Pesaron también en esa decisión los movimientos de los grupos antiabortistas, que le metieron a Patricia Bullrich, presidente de la Comisión de Legislación Penal, en una inesperada discusión sobre la despenalización del aborto, que apoyan varias diputadas del Frente para la Victoria.
Esto, a su vez, motivó que el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor José María Arancedo, le comunicara a Francisco la novedad. Habría sonado entonces el teléfono rojo desde el Vaticano para demostrar la preocupación papal para que de ese tema no se hable en su país de origen, cosa que la presidente aceptó, pero montó en cólera con los diputados propios.
Por su parte, Clarín, en su tapa del domingo, tituló que el gobierno negociaría en enero con los fondos buitres y pediría al congreso la derogación de las tres leyes que impiden esa negociación. Ésta fue la gota que rebalsó el vaso de la paciencia. En fin, tres noticias que le amargaron el fin de semana más algo de fiebre. Motivos de sobra, a su juicio, para hacerse internar.