Por Carlos Tórtora/El Informador.-
No sólo el Mundial de Brasil ni las inminentes vacaciones de invierno semicongelaron la actividad política. La expectativa por el casi seguro procesamiento de Amado Boudou contribuyó también a imponer cautela. Pero si algo faltaba para freezar la lucha política para el 2015 fue la decisión de la Corte Suprema de EE.UU. de no aceptar tratar el caso argentino con los holdouts.
Semejante concentración de expectativas produjo una retracción casi automática de los precandidatos presidenciales. Mauricio Macri, confiado en que el viento se pondrá a su favor, se dedica últimamente a remarcar su distanciamiento del justicialismo y la no existencia de negociaciones concretas con el FAUNEN, lo que no sería del todo cierto. El jefe del PRO creería que el acuerdo forzoso al que arribarían el gobierno y los holdouts, empezando por NML de Paul Singer, lo favorece, porque ratifica que la Argentina vuelve a alinearse internacionalmente, lo que lo ubicaría como el candidato más coherente con el obligado giro al centro del gobierno.
Por su parte, Sergio Massa se encuentra ante el dilema de cómo mantener la iniciativa política en una agenda pública dominada por temas que superan a la política local, como son la crisis de la deuda y el caso Ciccone. El massismo especula con que se acentuarán las fugas de dirigentes del sciolismo, ante la evidencia de que el cristinismo no los colocará en las listas de candidatos. Para tratar de frenar este proceso, desde el entorno del gobernador se potenciaría el relanzamiento de Francisco de Narváez, como un eventual candidato a gobernador que llevaría las listas de candidatos sciolistas.
Por su parte, los radicales se negarían a ubicarse hoy como seguidores de la candidatura de Macri y habrían decidido esperar que éste se desgaste en sus giras por el interior sin conseguir que el PRO se afiance en sus zonas más débiles: el NOA, el NEA y la Patagonia.
Realpolitik
Para el oficialismo, lo urgente es salir del atolladero que enfrenta en el juzgado de Thomas Griesa, pero su problema electoral pasa por la intensidad que alcanzará la recesión que se va profundizando. Esta tendencia, al menos en principio, serviría para transferirle votos del conurbano al massismo, debilitándose así la base electoral del Frente para la Victoria. De esta encrucijada es que surgen nuevos planes -ya mencionados en otros tiempos. Por ejemplo, que Scioli termine recibiendo la instrucción de presentarse para jefe de gobierno porteño, cediéndole la pole position presidencial a Florencio Randazzo. A medida que el cuadro general se va complicando, la mesa chica del cristinismo se iría convenciendo de que el voto al Frente para la Victoria en Buenos Aires se reducirá a su núcleo duro y la variante de Scioli captando parte del electorado centrista de Capital no dejaría de ser interesante.
A partir de ahora, la expectativa oficial empieza a girar en parte alrededor de los desdoblamientos electorales provinciales. Juan Manuel Urtubey ya oficializó abril y mayo como fechas electorales y José Manuel de la Sota estaría decidido a no pasar de agosto. En otro distrito grande, Santa Fe, se da por sentado que el socialismo apostará a que se vote a mediados de año. Y Macri se guarda la carta de adelantar las elecciones locales para mayo o junio. En este panorama, el kirchnerismo no tendría nada que ganar y todo para perder. Es que de todas estas provincias sólo podría -tal vez- mostrar un triunfo en Salta, la menos importante. En el resto, todo indica que habrá victorias opositoras.
