Por Pablo Calvo/Clarín.-
En una carta, expresó un enérgico rechazo a la violencia y a la justicia por mano propia. Quedó conmovido por la muerte de un joven en Rosario que había robado una cartera. Ayer hubo más casos.
Es el amor de una mujer el que anima al labrador a enfrentarse con el tirano. Nunca había sucedido algo así en Fuente Ovejuna, pueblo malacostumbrado a perder la dignidad frente a los caprichos del comendador, imparable en su deseo de ejercer el derecho de pernada sobre las doncellas del lugar.
Pero ella es todo para el campesino, que logra protegerla de un primer ataque del poderoso, erecto en su virilidad, pero fruncido en su intentona, porque el enamorado lo tiene apuntado con la ballesta. Es la escena que dispara una tragedia social. Llegará el castigo para los insumisos. Para él, la cárcel y la sombra de una soga. Para ella, la violación brutal. El pueblo de los humillados estalla de furia. Los pobres arman la venganza y deciden hacer justicia por mano propia.
Seis siglos después de ese instante, luego recogido por Félix Lope de Vega en la obra teatral “Comedia famosa de Fuente Ovejuna” , el papa Francisco recordó ese relato de rebelión y barbarie cuando se enteró de los linchamientos en la Argentina, que mataron a algunos ladrones pero multiplicaron la cantidad de asesinos.
Le habían contado el caso de Rosario, donde un joven de 18 años fue molido a golpes por 50 vecinos que lo acusaron de haberle robado el bolso a una mujer. David Moreira fue reconocido por un tatuaje en el tobillo que se había hecho en enero, con las iniciales de los nombres de sus tres hermanos.
“Me dolió la escena. Fuenteovejuna, me dije. Sentía las patadas en el alma”, escribió el Papa en un carta a los hermanos Rodolfo y Carlos Luna, dos humanistas que viven en Suecia pero están atentos a lo que sacude a la Argentina.
El mensaje de Francisco contiene una profunda reflexión contra la violencia y advierte que toda la sociedad está involucrada en el drama de la justicia por mano propia, que desde la Navidad registra 24 episodios y nueve muertes de los presuntos delincuentes.
Ayer, en Callao y Posadas, Recoleta, un ladrón fue encerrado y golpeado hasta que intervino la policía. Otro motochorro fue liberado en Córdoba y un joven apareció con la cara deformada por los golpes en Posadas, Misiones. Los atacantes justifican su accionar en lo que consideran una “ausencia del Estado” ante la inseguridad.
David Moreira fue golpeado el 22 de marzo y murió a los tres días. No tenía antecedentes policiales. Trabajaba entre ladrillos y suelas, como peón de albañil y en una fábrica de calzado. No le alcanzaba la plata. Estudió hasta donde pudo, segundo año de la secundaria, que es obligatoria hasta quinto.
“No era un marciano, era un muchacho de nuestro pueblo”, escribió Francisco en su carta, inspirada en un David derrotado por Goliat.
“Me acordé de Jesús; ¿qué diría si estuviera de árbitro allí?: el que esté sin pecado que dé la primera patada”.
Francisco se puso en la piel del chico que aparece en una foto desarticulado como un muñeco, sangrante como la víctima de una guerra, al lado de una moto que lo mira como un toro arrollador. Lo expresó así: “Me dolía todo, me dolía el cuerpo del pibe, me dolía el corazón de los que pateaban”.
“Pensé que a ese chico lo hicimos nosotros, creció entre nosotros, se educó entre nosotros. ¿Qué cosa falló?
”, preguntó el Papa, sin las respuestas, o quizás con todas, porque desde que conduce la Iglesia ha planteado que el delito no se combate con revanchas ni barrotes, sino con inclusión social, con una casa por familia, con comida, y sin sumisión a la “tiranía del dinero”.
Jorge Bergoglio fue profesor de literatura española en Santa Fe, en 1964 y 1965. Tuvo los clásicos a mano y Lope de Vega fue uno de ellos, no por la perfección de su métrica ni la riqueza de sus sonetos, sino por el relato social que abarcaba.
- ”¿Qué es lo que quieres tú que el pueblo intente?
-Morir, o dar muerte a los tiranos, pues somos muchos, y ellos poca gente” , dice la página de Fuente Ovejuna donde el pueblo se subleva y dictamina: “¡A la venganza vamos!” .
A la incitación se suma Laurencia, la joven amada por Frondoso y vejada por Fernán Gómez, el comendador mayor de la Orden de Calatrava: “¿Qué dagas no ví en mi pecho?
qué palabras, qué amenazas, y qué delitos atroces por rendir mi castidad a sus apetitos torpes” .
Hoy no hay versos, pero sí carteles, anónimos, que por ejemplo advierten: “A toda persona que se le sorprenda cometiendo algún delito, será enjuiciado por el pueblo, por no contar con seguridad municipal” ó “Ratero, si te agarramos, no vas a ir a la comisaría ¡¡Te vamos a linchar!!”. El cardenal Mario Polli se preocupó: “Hay muchos signos de muerte en Argentina. Los cristianos no debemos agregar ni una gota de violencia a esta situación”.
Hay un párrafo final en la carta de Francisco, donde señala, por el linchamiento de David, que “lo peor que nos puede pasar es olvidarnos de la escena. Y que el Señor nos dé la gracia de poder llorar ..., llorar por el muchacho delincuente, llorar también por nosotros ”. Anoche, Clarín le leyó la carta a Lorena Torres, la mamá de David: “Siento el mismo dolor que Francisco, un hombre de buen corazón. Porque nadie puede ser asesinado así, sea inocente o culpable”.