HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

jueves, 7 de noviembre de 2013

La fuga del paralítico


Por Rodolfo Patricio Florido/El Informador.- Un preso enyesado y con muletas se fugó del penal de Viedma. Otros hicieron un túnel al que solo le faltaba un cartel que dijera… “no molestar, presos excavando”. Otros, pidieron un remis y saltaron el cerco. Un empresario fue asesinado por la espalda dentro de su casa sin siquiera resistirse. Un comerciante fue muerto por una banda de seis delincuentes. El asesino del empresario tenía salidas transitorias.
Barras Bravas toman un municipio, agreden a los vecinos y la policía los custodia. Hace unos meses, un delincuente fue detenido un fin de semana en Bariloche saliendo de robar una casa en Jardín Botánico y gozaba de salidas transitorias después de asesinar a un policía, hace unas semanas narcotraficantes balearon el domicilio privado del Gobernador de Santa Fe… etc., etc., etc. Los diagnósticos se multiplican, la muerte se naturaliza y los funcionarios en las áreas de Seguridad vany vienen como si fueran Directores Técnicos de Futbol que son separados después de perder tres o cuatro partidos seguidos, luego de que les dijeran que apostaban al proyecto de largo plazo. Los fracasos se acumulan… las excusas se acumulan… y los diagnósticos se repiten una y otra vez en el mar de las propias contradicciones, de todos. 

Sobran explicaciones y la frase… “éste es un problema integral que debe ser solucionado con respuestas integrales” se repite como muletilla sin contenido. Hay un tipo de periodismo que siempre está más dispuesto a escuchar el aprendido relato de los delincuentes y las explicaciones sociológicas y socio económicas de algunos supuestos especialistas que les encanta escucharse haciendo relatos de vidas perdidas por la ausencia de políticas públicas de inserción social, mientras que; dos renglones más adelante, hablan de los extraordinarios resultados de inclusión social que redujeron la pobreza y la desocupación del país a índices de ensueño. Algo… no encaja Si los delitos crecieron, los homicidios crecieron, la saña creció, el narcotráfico creció, el consumo de drogas creció, los narcotraficantes ahora tienen… “soldados” y la vida cada día vale menos, ¿Cómo se explica que todo haya sucedido en la etapa de mayor crecimiento sostenido de nuestro país? Una de dos; o las políticas de seguridad, las leyes y la acción judicial son un desastre, o el crecimiento de la inclusión social no es tal. O, en su defecto, todo sucede al mismo tiempo. En la televisión viven sentando a pseudo especialistas para que desgranen contenidos que parecieran sacados de una película de Disney. 

Asocian la pobreza a la delincuencia como si la condición de pobre fuera razón más que suficiente para robar, asesinar y traficar drogas a otros pobres, no tan pobres y ricos. Y, esto, es una simplificación profundamente estúpida y superficial, por más progresismo lingüístico que pretendan construir. La gran mayoría de los pobres son dignos. Trabajan en lo que pueden, cirujean, hacen changas o reclaman con desesperación, pero no salen a robar y a matar con un arma de fuego que es carísima comprar o incluso alquilar en el submundo delincuencial. Sufren luego la descalificación de una sociedad de clases medias y altas que; asustadas, ven en el pobre la manifestación de sus miedos, el temor a sus propios destinos y los descalifican, usan o insultan, mientras que no haya una cámara de televisión encendida o un micrófono de radio, porque ahí, cambian inmediatamente su conducta, para ser el perfecto y comprensivo ciudadano educado que, con un discurso aprendido y memorizado, sabe que es lo que debe decir para luego verse fascinado en la televisión. 

Muchos periodistas lo saben, pero son los cómplices perfectos del relato, del discurso que nadie cree pero que se repite como una muletilla exculpatoria que, encontrará en otros, el exorcismo de sus propios miedos. Así, la realidad choca, una y otra vez, con el relato aprendido. Y cada choque es más grave que el anterior. Todo se ha desbordado. Diagnósticos, tratamientos con curitas y un sistema legal que admite excarcelaciones prematuras, el 2 por 1, condenados a perpetua por homicidios como el caso Arce-Galiano que esperan en libertad que una sentencia firme llegue después de años. Sentencias a prisión perpetua que no son perpetuas. Asesinados por delincuentes con salidas transitorias que no demoran ni un minuto en conseguir un arma y “salir a trabajar”. Y en el medio de todo esto una sociedad hipócrita que protege a los distribuidores de droga protegiendo a los consumidores como si esto fuera un acto lícito. En realidad esto es muy simple. Si no quieren penalizar al consumidor, solo habría que preguntarle a quien se la compró y luego caer sobre el distribuidor. Si el consumidor no quiere hablar, su delito ya no sería el consumo sino el encubrimiento del delincuente. 

¿O ahora denunciar a un distribuidor de drogas es ser buchón? En otras palabras, las medidas son muchas, simultáneas y nada complicadas. Solo exige honestidad intelectual, coraje y dejar de escudarse en supuestas explicaciones y justificaciones psico sociológicas que pueden tener alguna razón pero que no solucionan en lo más mínimo la emergencia de seguridad y terminan siendo funcionales a delincuentes de toda talla y a la corrupción de sectores policiales para generar explicaciones políticamente correctas, aprendidas y dirigidas a dar sostén a la cuasi impunidad que hoy gozan. Las drogas, todas, se compran en cualquier lugar y a precios tan accesibles que evidencian el crecimiento del mercado y el descontrol.. Los padres sufren cuando sus hijos salen a bailar. Ya no esperan que se diviertan, solo esperan que vuelvan enteros o vivos. Las peleas ya no son uno a uno y con la antigua y destrozada categoría de hombres de no golpear al caído. Ahora, se golpea a uno con cinco y se lo termina de matar pateándolo en el suelo. Las niñas ya no compiten usando las convencionales reglas universales de la seducción femenina. 

Ahora se matan a patadas o se cortan con cuchillos o con cuters de colegio. Lo que antes era una cerbatana hecha con una bic que lanzaba granos de arroz, ahora es un revolver que se lleva al colegio. El mayor desmán ya no es una rateada colectiva sino profanar una Iglesia, intentar incendiarla y hacer sus necesidades en el altar. Para esto, cuentan con una tranquilidad, el gabinete psicopedagógico y los docentes que ahora se pretende que sean asistentes sociales de grupos juveniles en riesgo, antes que educadores y trasmisores de conocimiento. La lista de situaciones es interminable y en todos los segmentos. Funcionarios enriquecidos ofenden el recuerdo de políticos íntegros como fueran, Illia, Balbín, Alfonsín, Alfredo Bravo, el “Bisonte” Allende o Luis Zamora. Es más que claro que la Democracia debe encontrar su equilibrio entre la libertad, los derechos, las obligaciones y el castigo. Debe hacerlo. No puede ni debe seguir encarnada y paralizada entre el orden de las tumbas que alguna vez imperó durante la Dictadura y la libertad con Derechos y Obligaciones que dispone la Democracia.

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