Por Alexis Di Capo/El Informador.- El distanciamiento entre Horacio Verbitsky y CFK se da a través de un proceso con distintos capítulos. Los ataques del primero contra Jorge Bergoglio, acusándolo de complicidad con el último proceso militar fueron consentidos por la Casa Rosada. Pero cuando el cardenal se convirtió en Papa, el kirchnerismo usó el pragmatismo peronista para pasar a identificarse públicamente con el nuevo jefe de la Iglesia y las operaciones anteriores pasaron a ser un recuerdo ingrato. Descolocado, el columnista estrella de Página 12 dio por entonces una primera señal pública de rebeldía contra la presidente. En abril pasado, el presidente del CELS reconoció que el proyecto de reforma judicial “era una deuda de la democracia”, pero advirtió que las medidas cautelares “no deberían ser afectadas”.
Esta disidencia fue a su vez el inicio de cortocircuitos cada vez mayores. El general César Milani, por ser de la estrecha confianza de Nilda Garré, ministro de Defensa primero y de Seguridad después, se convirtió en un aliado ineludible de Verbitsky, que siempre se mostró muy incómodo ante el curriculum y los procedimientos de este audaz oficial. El encumbramiento de Milani como Jefe de Estado Mayor, en términos estratégicos, apuntaría a que el Ejército avance para ocupar un rol importante en la seguridad y la inteligencia interiores, aunque esto último ya lo viene haciendo desde varios años atrás. La caída de Garré marcó otro hito, porque dejó a Verbitsky sin punto de apoyo en el gabinete. Ahora éste, con sus objeciones para la aprobación por el Senado del pliego del ascenso de Milani, fue directamente contra la presidente, dejándola mal parada a ella y a Miguel Ángel Pichetto. La jugada fue no sólo audaz sino implacable, ya que el pedido de rechazo cayó como un balde agua fría en el gobierno, que no esperaba esta maniobra. Una lectura política obvia nos indica, además, que el periodista se estaría despidiendo del oficialismo y que quiere hacerlo en forma pública para que no queden dudas. De inmediato surgen varios interrogantes. Por ejemplo, si esta ruptura es un hecho aislado o implicará el abandono del oficialismo por parte de un sector de la izquierda.
Nuevos rumbos
La excusa de Milani le viene bien al jefe del CELS para buscar nuevos rumbos ante la evidencia de que la reelección es casi imposible y que los dos candidatos a heredar a Cristina, Daniel Scioli y Sergio Massa, lo detestan por distintos motivos. El gobernador de Buenos Aires no olvidaría, pese a su pacifismo, que Verbitsky lo viene persiguiendo desde hace más de 15 años. En cuanto a sus relaciones con Massa, son frías y casi inexistentes.
Al igual que el intendente de Tigre, Verbitsky empieza a confirmar con sus actos un alejamiento de la Casa Rosada que le permitiría funcionar como un disidente, categoría que el kirchnerismo no acepta. La presidente no sufriría, por otra parte, demasiado daño con el alejamiento de quien fuera uno de sus ideólogos. Pero el adiós del periodista es un síntoma importante del proceso de descomposición interna que está carcomiendo al kirchnerismo.
