MARIO CAFIERO
Hace dos siglos, pocos años antes de nuestra Revolución Patria cuyo Bicentenario recordamos, nos invadió dos veces la fuerza armada que entonces era la más poderosa del mundo, con sus fragatas enarbolando la Unión Flag. Y a pesar que éramos un proto pueblo perdido en el confín del mundo, los corrimos con un ejército de desarrapados armado para la ocasión, y con el frente unido del pueblo. Y como los goles de Maradona contra ellos, no lo hicimos una, sino dos veces. Como para demostrarles que no fue de casualidad.
Hoy los ingleses no vienen con fragatas, como en aquella ocasión y en 1982, sino con plataformas petroleras que también enarbolan la Unión Flag. Y no vienen por el tesoro de Sobremonte, sino por el que está debajo del Mar Austral. Y no se trata de una o dos plataformas petroleras, o golondrinas solitarias que no hacen verano, sino de un plan ensamblado. Con el que pretenden establecer una cabecera de playa, para que una vez afianzada esa actividad, y consentida por nosotros como en la práctica lo estamos haciendo, vengan en bandadas las restantes plataformas, que se encuentran cada vez mas ociosas, en un Mar del Norte en vías de agotamiento. A llevarse un nuevo tesoro de Sobremonte: el petróleo, que algunos estiman en nada menos que 6 billones de dólares. O sea un 6 seguidos de doce ceros, monto que representa 40 veces nuestra deuda externa. O el producto interno bruto de nuestro país a lo largo de 30 años.
Frente este descomunal desafío externo, con todas las implicancias que supone al haber sido derrotados bélicamente en 1982, en lugar de tratar de armar un frente único entre todos los argentinos para enfrentarlo, nos estamos hundiendo en un fragoroso y absurdo enfrentamiento interno. Que parecería ideado por nuestros viejos conocidos de aquellos tiempos y de 1982. Que también son viejos maestros en el arte de dividir e imperar.
El conflicto interno que tiene ribetes del 2001 y se agiganta artificialmente
A requerimiento de la banca inglesa Barclay (que es socia de la compañia inglesa DESIRE PETROLEUM que trajo la plataforma petrolera; y fue contratada por el ministro Boudou, para coordinar la reapertura del canje de la deuda) nuestra Presidenta se mandó un golpe comando. Y con un decretazo, perpetrado mientras pronunciaba su discurso ante la Asamblea Legislativa, para pagarles a los banqueros se llevó el Tesoro de Sobremonte, o sea las reservas del BCRA. Y en respuesta la oposición “oficial”, indignada por la afrenta, dijo que no va a poner palos en la rueda, pero los pone desprolijamente en cuanta rueda encuentra a mano.
Lo más grave, es que no están discutiendo si esa deuda y el requerimiento del banco inglés Barclays es legitimo y oportuno, o si puede desestabilizar nuestra moneda. Como ocurrió en el año 2001, cuando los banqueros también se llevaron puestas las reservas del BCRA para cobrarse la deuda, y la cosa terminó como todos sabemos: con el desastre del corralito. Lejos de ver con profundidad las implicancias del asunto, un bando igual que Cavallo en el 2001, habla de la necesidad y urgencia de pagarle de cualquier manera a los banqueros. Y el otro habla de la institucionalidad y prolijidad con la que deben hacerse sin chistar dichos pagos. El oficialismo quiere poner de rodillas a la oposición, y la oposición "oficial" quiere ver de rodillas al gobierno. Cuando en realidad ambos están de rodillas frente al poder financiero. Y ninguno de ellos reaccionó como corresponde ante la cuestión de Malvinas , a la altura del desafío que esta implica.
El gobierno, o se está ahogando en un vaso de agua, o miente descaradamente. Porque dentro de la lógica de la deuda, puede refinanciar gran parte de la deuda que vence este año, como lo hizo el ministro Boudou el año pasado. Incluso puede suspender pagos importantes, porque se trata de deuda interna que está bajo investigación judicial. En consecuencia lo único que pretende el gobierno es tomar la colina, o copar la caja del BCRA, con vistas a un plan electoral para, quemando “hot money”, tratar de resurgir electoralmente de las cenizas en el 2011. Por su parte la oposición “oficial” procura poner palos en la rueda a ese plan electoral, y evitar que el mismo le deje un agujero negro para más adelante, por si llegan al poder el año que viene. Ambos bandos a lo único que responden en el fondo, es a una mezquina y espuria pulsión de poder.
Por su parte los grandes medios -que con motivo de la ley de medios están enfrentados con el gobierno (principalmente uno que cotiza sus acciones en Londres)- no solo se encargan de echar a la hoguera toda la leña que encuentran a mano en el conflicto interno. Sino que además -dedicándole mucho menos espacio del que le dedican al matrimonio gay- nos dan la versión a la inglesa del conflicto externo, aconsejándonos que debemos ser pacientes y cooperativos; y que así los resultados los verán quizás nuestros biznietos (cuando las Malvinas y su entorno sean una cáscara vacía). O también reproducen notas de los diarios de Londres y Washington, donde nos dicen que debemos enfrascarnos profundamente en nuestras disputas internas, y que ni se nos ocurra confrontar por Malvinas, porque eso sería un inaceptable divertimento distractivo. Nos fijan el orden de prioridades que beneficia a ellos. Y lo más absurdo no es eso, si no que nosotros lo acatemos.
El trascendente conflicto externo
Esta profundización de las absurdas divisiones internas, que coincide cuando se profundiza el desafío externo mas grande de nuestra historia desde nuestra independencia, no es nueva. Como una maldición, parece ser una constante desde que en el año 1975 se dimensionaran las enormes disponibilidades de petróleo que podían existir en las Malvinas. Año en que Argentina inició en picada su absurda debacle como Nación, que hasta la fecha no parece haberse detenido.
Pero lo peor no es eso. Lo peor es que ni siquiera somos conscientes del descomunal desafío que enfrentamos, que es la mayor controversia de soberanía existente en el planeta. Donde se disputa un enorme espacio territorial, mayor aún que la superficie continental de Argentina, lleno de ingentes riquezas. En el futuro los historiadores no nos dirán como la madre de Boabdil a su hijo el rey moro de Granada -No llores Argentina como mujer, lo que no supiste defender como hombre; sino -No llores Argentina como mujer, lo que no supiste defender, porque ni siquiera sabías de que se trataba.(Dicho esto con las debidas disculpas a las mujeres, que fueron las únicas que supieron plantarse ante el demencial Proceso Militar).
Para ello en primer lugar, es indispensable efectuar una re-visión integral, y una profunda intelección del conflicto, empezando con lo relacionado con la guerra de 1982, para apreciar sus verdaderos alcances e implicancias históricas. Que tienen aspectos sustanciales e inéditos que cambian de raíz su enfoque, y son enteramente desconocidos por la inmensa mayoría de la población.
En segundo lugar, es claro que este desafío no lo podemos enfrentar bélicamente, porque nuestra disuasiva capacidad de hacer daño, acorde con nuestra debacle como Nación, es hoy casi inexistente. Por ello debemos con inteligencia e imaginación idear novedosos y eficaces instrumentos para poder hacerle frente, si estamos decididos a ello. Y la ocasión es propicia, porque el Reino Unido ha emprendido un avance desbalanceado en su acuciosa pretensión de explotar el petróleo de Malvinas, ignorando olímpicamente las resoluciones de la ONU. Quizás haya llegado la hora de parar de una vez por todas el incesante avance que el Reino Unido viene llevando a cabo desde 1982.
FUENTE: ARGENPRESS.Info
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