Los últimos treinta y tres años han sido del más feroz ensañamiento por parte de los poderosos del mundo y los locales-son muchos-que se han prestado interesadamente a su servicio. Además del latrocinio devastador de nuestra economía, hubo y hay un proceso socio-cultural que fue deconstruyendo las defensas naturales de la comunidad. El espíritu argentino está herido y muy averiado. A pesar de nuestra histórica resiliencia que nos ha caracterizado como pueblo y nación, el daño producido es profundo y afecta a la capacidad motriz e inteligente de vastos sectores de la sociedad. Los supuestos excluidos en extremo del sistema, se han constituido en el verdadero rostro del mismo. Legiones de desocupados han pasado a ser funcionales al Kirchnerismo en una primera línea de una supuesta revuelta latente y amenazante. Con una clase media imposible de manipular de la misma manera, el gobierno parece decidido a aterrorizarla con los pobres y marginales. Perdido por perdido, están sabiendo que del miedo al terror hay un paso. De allí a la parálisis, centímetros. No es una política para cosechar votos, sino para anular o fraccionar la mayor cantidad posible. Nada bueno va a proceder del constante asalto a la realidad que ejercita Néstor Kirchner desde el poder y de la peor manera. Hasta ahora, y si es que no media un polo político de signo contrario desde las desvastadas filas del peronismo, su único enemigo físico es la propia realidad. Definitivamente enfrentado a ella, el matrimonio presidencial está dispuesto a jugar muy fuerte en su contra. Lo viene haciendo, pese a lo evidente de su sinrazón. Claro, también hay un microclima que suele confundir. Es el que informa a cierto activismo político, acerca de la capacidad fáctica, táctica y siempre eficaz de Kirchner para torcer voluntades. Como supo ser Menem en su esplendor. Frente a tanta anomia política, desde ese mismo lugar es muy difícil encontrar guerreros que la enfrenten seriamente. Tarea difícil aunque no imposible y con lo que ya sería menester contar: una sabia y consecuente intransigencia.
HANNAH ARENDT
En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".
miércoles, 4 de noviembre de 2009
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