Petición para que la Convención sobre los Derechos del Niño incluya a los no nacidos
NUEVA YORK, miércoles 21 de octubre de 2009 (ZENIT.org).- La delegación de la Santa Sede en la 64ª Asamblea General de las Naciones Unidas ha reafirmado la importancia de la familia en la salvaguarda de los derechos de los niños. “Mi delegación no podrá nunca mostrar suficientemente la importancia de la familia en la vida de todo niño y que la legislación relativa a los niños debe tomar en consideración la función indispensable de los padres”, afirmó el observador permanente de la Santa Sede ante la ONU el arzobispo Celestino Migliore, el 15 de octubre. Ante la Tercera Comisión de la 64ª Sesión de la Asamblea General de la ONU, sobre la promoción y la tutela de los derechos de los niños, monseñor Migliore lamentó la difundida pretensión de dejar al margen a los progenitores. “A veces, en las decisiones sobre la promoción y sobre la tutela de los derechos del niño, existe la tendencia a hablar en términos de relación entre el niño y el Estado, minimizando la función de los padres”, denunció. Este año, la Asamblea General prosigue sus consideraciones sobre el derecho de los niños a expresar sus opiniones libremente sobre las cuestiones que les afecten y la importancia de escucharles seriamente. Para la Santa Sede, “al considerar la realización concreta de la participación del niño hace falta recordar siempre, como afirma la Convención [sobre los derechos del Niño], que los Estados Miembros están llamados a 'respetar la responsabilidad, el derecho y el deber de los padres... de proporcionar al niño, de manera correspondiente al desarrollo de sus capacidades, la orientación y los consejos adecuados al ejercicio de los derechos que le son reconocidos en la presente Convención'”. La Santa Sede aplaude el creciente consenso internacional sobre la necesidad y la manera de proteger a todos los niños, expresado en las ratificaciones y adhesiones de numerosos países a la Convención sobre los Derechos del Niño. Sin embargo, su observador permanente ante la ONU monseñor Migliore destacó la necesidad de defender también los derechos de los niños no nacidos. La delegación de la Santa Sede “alienta a todos los Estados que no lo han hecho todavía a asociarse a la promoción de la tutela legal de los niños ratificando y adhiriéndose a la Convención y a los Protocolos y exhorta a una correcta actualización de estos instrumentos legales, que implica el respeto por el innato derecho a la vida de todos los niños”, afirmó. Y añadió: “En nuestros debates para poner fin a la violencia contra los niños no podemos dejar de recordar que a demasiados niños se les niega el derecho a la vida; que la selección prenatal elimina tanto a niños sospechosos de ser discapacitados como a niñas sólo por motivo de su sexo”. El arzobispo Migliore también recordó que “los niños se convierten en las primeras víctimas de la escasez y las guerra, que son mutilados por armas que no habían explotado, que no tienen alimento suficiente ni vivienda, que son privados de educación, que caen enfermos de sida, malaria y tuberculosis sin poder acceder a los medicamentos”. Y a los menores “que son vendidos por traficantes, sometidos a explotación sexual, reclutados en ejércitos irregulares, desarraigados a causa de desplazamientos forzados u obligados a realizar trabajos debilitantes”. En su discurso, monseñor Migliore destacó que “la mortalidad global de los niños menores de cinco años ha ido disminuyendo constantemente en las últimas dos décadas”. Indicó que “más de 300.000 instituciones educativas, asistenciales y sociales de la Iglesia católica trabajan cada día para garantizar a los niños una educación o para asegurar la reinserción de los niños víctimas de abusos y descuidados, en sus propias familias si es posible y en la sociedad”. “Todos los niños merecen crecer en un ambiente estable y sano en sintonía con su dignidad”, declaró. Sin embargo, añadió, las estadísticas nos dicen también que en la última década más de dos millones de niños han muerto en el transcurso de conflictos armados, seis millones han quedado discapacitados, decenas de miles han sido mutilados por minas antipersona y más de 300.000 han sido reclutados como niños soldado. “Para eliminar la violencia contra los niños, es necesario que el Estado y la sociedad apoyen a la familia y le permitan desarrollar su propia responsabilidad”, aseguró el representante de la Santa Sede. Y advirtió: “Los gobiernos deben asumir su función justa para proteger y promover la vida familiar porque ésta última tiene vínculos evidentes y vitales con la sociedad”.