El autor de La empresa de vivir despedaza sin piedad a los Kirchner y a los intelectuales de Carta Abierta, explica por qué apoya a Hermes Binner y por qué piensa que, antes que "comerse los sapos ideológicos", la sociedad debería respaldar a los políticos por sus valores.
Por Ricardo Carpena
LA NACION
"Se siente, se siente, Platón está presente". "Los muchachos hegelianos todos unidos triunfaremos". "Nietzsche, querido, el pueblo está contigo". "Aquí están, estos son, los soldados de Foucault". Nadie imagina que los filósofos terminen entonando estribillos característicos de la militancia política argentina para expresar sus opiniones, pero es cierto que no son esos personajes algo exóticos que, a tono con el clásico estereotipo, se dedican a la contemplación y al pensamiento, aislados de la realidad. Hay algunos, como Tomás Abraham, que asumen al máximo el fuerte compromiso con la opinión política e incluso con la acción política en sí misma. Claro que, en este caso, este hombre de 62 años que nació en Rumania, se graduó en Francia, dio clases en varias universidades y escribe libros y columnas periodísticas, se abonó a demasiadas polémicas en la Argentina por su estilo irreverente, cáustico, ajeno a los eufemismos. Que no elude hablar sobre el fenómeno de la televisión ni, mucho menos, el fútbol (es fanático de Vélez). Que no sólo despedaza sin piedad a los Kirchner y a sus intelectuales aliados de Carta Abierta, sino que explica por qué adhiere a la figura del gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, pese a que califica al Partido Socialista de "pequeño y sectario", y por qué piensa que, antes que "comerse los sapos ideológicos", la sociedad debería respaldar a los políticos por sus valores, por sus modos de hacer las cosas y no por lo que dicen. "Si veo que un gobierno se da un beso con Evo Morales y, al mismo tiempo, desaparecen 1000 millones de dólares de Santa Cruz -dice Abraham durante la entrevista con Enfoques-, eso no es progresista, es otra cosa. Es una estafa. Y estamos viviendo tiempos de estafas ideológicas, no de decadencia de valores". El filósofo, autor de libros como Los senderos de Foucault , La empresa de vivir y El presente absoluto , desarrolla una agitada vida periodística: escribe una columna semanal en el diario Perfil y actualiza obsesivamente su sitio de Internet ( tomasabraham.com.ar ) y su blog, Pan rayado ( tomabra.wordpress.com ). No es casual: "Eso es hacer filosofía -afirma-. Estoy todo el tiempo pensando ese misterio insondable que se llama Argentina, que es un problema que los escolásticos no tuvieron, y eso que tuvieron sus problemas. Lo que les falta a los filósofos nacionales e internacionales es hacer periodismo. Pero como yo lo entiendo, que es pensar la actualidad. Muchos dicen que todo el mundo es una catástrofe, que todos nos vamos a morir de hambre, que el imperio va a arrasar con todo, pero les falta el día a día. Hoy, pensar es eso". Las críticas se extienden, obviamente, a los intelectuales que adhieren al kirchnerismo, a los que Abraham acusa, entre otras cosas, de "elaborar y justificar" una serie de "discursos de la resistencia peronista, discursos revolucionarios al estilo cubano y discursos bolivarianos, todos comprados en la mesa de saldos setentistas". Y, además, a la ley de medios, a la que también considera "parte de la estafa", porque "todo el mundo sabe que Kirchner se está vengando y que quiere destruir un aparato que rompió el pacto con él, que es el grupo Clarín".