Una buena ley o probable buena ley, en manos de los Kirchner, se convierte en un espantoso y conspirativo proyecto. Tal el caso del controvertido tema de la nueva ley de medios. Cuestión política de tal envergadura, que gracias a las arbitrariedades de la sociedad presidencial, ha recorrido el mundo de la peor manera. Como nunca antes, a través de este urgido tema específico, se ha podido observar a Cristina y a Néstor en toda su real naturaleza. El original proyecto de ley compuesto por muchos aportes a lo largo de los años y cimentados en la crítica a la concentración monopólica, terminó desvirtuado por la injerencias interesadas y tendenciosas de los Kirchner. Ambos se montaron en un proyecto bastante genuino, para redireccionarlo hacia intereses contrarios al espíritu de la larga y ardua movilización por una más justa legislación de medios. La reglamentación vigente, con sus cerca de doscientas modificaciones a la letra original del proceso militar, terminó siendo verdaderamente monopólica a diferencia de la de Martínez de Hoz. Paradoja, y no tanto, de un discurso democrático vacío de real significado. Todos estos años, Néstor Kirchner alimentó al monopolio Clarín con todo tipo de ventajas, todas ellas protegidas jurídicamente como corresponde. Estas acciones que convertían al entonces presidente en un socio en los hechos del multimedios, estaban realizadas desde la conciencia de la propiedad exclusiva y personal del medio. Luego comprobó que no era así. La todavía poco clara resignación del rol inmediato de las telefónicas y el triple play y la supuesta modificación de la naturaleza de la autoridad de aplicación, habla claro de una necesaria y requerida argumentación, escandalosa por cierto, que justificara el voto del kirchnerismo vergonzante en la legislatura. Además Cristina, en un lapsus de sincericidio ya final, lo confesó pública y abiertamente. Esta es una operación política que poco tiene que ver con la restitución de nada y que a poco de andar lo que parece confuso pero “democrático” y favorable a la comunidad, va a terminar siendo una prisión absoluta de los pequeños emprendimientos del oxígeno necesario para subsistir. Muchos han pasado a ser furibundos oficialistas, creyendo que van a ser favorecidos con la teta del estado. Para legalizarlos y para bancarlos. Muchos especulan, y además se lo han sugerido, que van a mojar el pan. ¿Todavía no se conoce el formato Kichner? Quizás alguno lo logre en una siniestra carrera de desamparados obsecuentes. Pero además, ¿alcanza para todos? y ¿a que precio?
HANNAH ARENDT
En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".
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