Por Carlos Tórtora/El Informador.-
El tándem Capitanich-Kicillof hegemoniza el gobierno en un tiempo político especial. Está lo suficientemente lejos de las elecciones del 2015 como para tener tiempo de armar un esquema político-económico que sustente un candidato kirchnerista de pura cepa, el propio Capitanich, por ejemplo. Pero las probabilidades de fracaso que tiene la profundización del modelo son altas.
En el primer caso, es decir, si éste se convierte en el esquema de CFK para el 2015, el gobierno conseguiría mantener bajo su égida al grueso de los gobernadores e intendentes y la posibilidad de un cisma se iría diluyendo. En otras palabras, que la tensión peronismo vs. kirchnerismo no llegaría muy lejos. Así las cosas, el sciolismo seguiría sin despegarse del oficialismo y Sergio Massa quedaría encerrado en su rebelión bonaerense pero careciendo de proyección nacional suficiente. Anteayer, el ultra K Fernando Chino Navarro, con aire generoso le tendió la mano a Massa para un retorno al oficialismo.
La idea, por ahora sin sustento, sería tentar al tigrense con la gobernación bonaerense a cambio de que se abra de la carrera presidencial. Ni lerdo ni perezoso, Massa se mostró con su esposa Malena, Jessica Cirio y Martín Insaurralde, como insinuando que éste podría ser su candidato a gobernador.
Un éxito de la reconstrucción del kirchnerismo por parte de Capitanich golpearía a Scioli y también a Massa, pero le abriría camino a la entente de centroizquierda que encabezan radicales y socialistas, que liderarían la oposición con la sola competencia de Mauricio Macri, ya que Scioli y Massa estarían en malas condiciones. La polarización entre el kirchnerismo y la centroizquierda dominaría entonces el escenario electoral.
El PRO, a medida
En este esquema de un gobierno nacional revitalizado, el rol del jefe de gobierno sería clave. Su apuesta ahora es volver a crecer en Buenos Aires con María Eugenia Vidal y pelear por el primer lugar en Santa Fe -lo que es difícil- y Entre Ríos. Para la Casa Rosada, Macri se perfila como el mejor adversario. CFK así lo destacó al nombrar con respeto a un dirigente del PRO como ejemplo de opositor modelo. El motivo es un simple cálculo matemático. En un ballotage entre cualquier candidato kirchnerista y Macri, el voto de la centroizquierda definiría la elección. Y como se sabe, la mayor parte de este electorado votaría por el oficialismo con tal de no hacerse responsable de que el PRO llegue al poder. Esta alternativa cada vez interesa más a los estrategas oficiales. En síntesis, Capitanich tal vez represente la última oportunidad del kirchnerismo de replantearse la conservación de la iniciativa política.
